No es tango, son las cacerolas
La crisis del 2001 marcó una impronta en Argentina que impuso dos elementos en la cultura popular: el “que se vayan todos”, y el cacerolazo como marca de agua de la protesta cívica no violenta. La sociedad argentina se adelantó una década a lo que hoy es un movimiento intenso, un ramalazo telúrico que surge no de las entrañas de la política, sino de las entrañas de la sociedad.