Tras los muros, sordos ruidos
No es el convento histórico que marcó el inicio de la gloria del general José de San Martín, ni siquiera es ciertamente un convento; todo va señalando que es la tapadera de una estructura económica manejada por un sector de la Iglesia cuyas acciones estuvieron lejos del escrutinio público hasta que José López llegó al lugar con sus bolsos llenos de millones de dólares.