La corrupción mata
A diario, una enorme cantidad de argentinos muere en las rutas del país. Privatizadas que fueron éstas en la década del noventa, el sistema ha demostrado suficientemente que no aporta nada a una mejor vialidad, y la lenta suma de víctimas fatales no parece conmover a nadie. Es parte de un diseño corrupto que soportamos, que revela que en el imaginario colectivo, más allá de la corrección del discurso, la vida no vale un centavo.