El mundo está en ascuas por el estallido de la guerra provocada por la organización terrorista Hamas, la cual penetró las defensas israelíes y asesinó, violó y tomó de rehenes a ciudadanos del país hebreo y de otras nacionalidades que estaban en una rave en el desierto.
El empleo de las tácticas del ISIS, no sólo actuar impiadosamente fuera de toda regla civilizada sino hacer también gala de su increíble accionar criminal, enardece a las buenas consciencias del planeta… pero no a todos.
En tanto Israel lanza su esfuerzo de guerra y anuncia la invasión de la Franja de Gaza, el intercambio de misiles y cohetes no se detiene. Es claro que la decisión de actuar del modo en que lo han hecho es la consecuencia de una larga planificación y del empleo de inteligencia de larga data.
La documentación hallada en uno de los ingresantes derribado por la defensa israelí expone que el plan y el conocimiento de los hábitos y estrategias de ciudadanos civiles y del ejército eran conocidos al milímetro por Hamas. Lo que deja esta ordalía a la vista, es el universo de cruces políticos y complicidades que están a la orden del día, en particular en Europa.
Un caso paradigmático, es el de la dirigente española Ione Belarra. Se hizo presente en el desfile del Día de la Hispanidad luciendo un atavío palestino. Ha pleanteado denunciar como criminales de guerra a los dirigentes de Israel. No es la única que ve todo con un solo ojo.
La definición de las naciones del mundo —en particular, las occidentales— a favor de Israel, tienen una historia: la indiferencia de esas mismas naciones ante la suerte de la población judía europea, asesinada mediante procedimientos industriales en la segunda guerra mundial por los nazis y sus socios.
Fue el horror descubierto en los campos de concentración que hizo documentar el genral Dwight Eisenhower lo que volcó la atención mundial sobre un genocidio brutal, organizado, cínico y cruel hasta la demencia. Allí, sobre esos millones de víctimas, se ganó el pueblo judío el derecho a una nación propia e independiente.
En estas décadas, la izquierda ha jugado un rol siniestro junto a países de la región que claman por Palestina pero que nada hacen por darle cobijo a los millones que habitan Gaza, prisioneros de la brutalidad de Hamas. A la hora de comprender, parece que nada fuera suficiente. Las autoridades debieron tomar la cruel decisión de mostrar los cuerpos de los bebés decapitados para cortar un debate absurdo sobre la probidad de lo denunciado.
Un analista británico respondió a interrogante crucial: ¿es una respuesta proporcional? ¿Qué es proporcional? ¿Matar a tantos como asesinó Hamas? ¿Violar la misma cantidad de mujeres? ¿Matar a niños, ancianos y decapitar bebés, como hizo Hamas? No hay, ni existirá nunca, proporcionalidad. Es un cotilleo absurdo.
Lo que sí habrá, serán días o quizás semanas de guerra franca y enorme dolor. En tanto suenan los tambores de la guerra, hay que decirle que sí a Israel, por que el sí a Israel es sí a la civilización, y no a la barbarie.