Ya ocurrió, y hay un creciente temor a que vuelva a pasar. La conquista de Europa por parte del Islam, la crisis económica sin solución a la vista, el descontento general con la clase política, todo es un caldo de cultivo explosivo que se nutre de la disfuncional tasa de natalidad europea versus la creciente tasa de la población islamita en el Viejo Continente.
En Alemania, el debate político se centra desde hace semanas en cómo proceder ante Pegida, un movimiento surgido en la ciudad de Dresden, en el estado de Sajonia, que aboga por una legislación más estricta con los refugiados en el país. Pegida -sigla en alemán de Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente- ha tomado desde octubre pasado las calles de diferentes ciudades, y sus miembros proclaman consignas racistas y xenófobas contra los inmigrantes que residen en el país. Sus convocatorias son cada vez más multitudinarias y sus apoyos no son simplemente de ambientes de extrema derecha, sino que cuentan con el respaldo de ciudadanos comunes que acuden a las manifestaciones guiados por el temor de tener menos trabajo y menos prestaciones sociales del Estado. Además, estas protestas se replicaron en otras ciudades del país como Colonia y Bonn, ambas en el estado de Renania del Norte-Westfalia o Wurzburgo (Baviera).
El éxito del movimiento preocupa a la clase política, incluso Ángela Merkel mencionó el tema en su tradicional discurso de Año Nuevo. Alertada por los prejuicios que ayuda a difundir el movimiento, Merkel llamó a los ciudadanos a no escuchar la llamada de Pegida contra los musulmanes. “No sigan a quienes convocan las manifestaciones porque demasiado a menudo albergan prejuicios, frialdad e incluso odio en sus corazones”, declaró en el discurso televisado durante el último día de 2014. Merkel advirtió también que Pegida se apropió del lema “Nosotros somos el pueblo”, una frase que gritaban los manifestantes hace 25 años que ayudó a derribar el muro de Berlín. “Dicen que son el pueblo, pero lo que realmente quieren decir es: no son uno de nosotros por el color de piel y por su religión”, recalcó la canciller federal.
Las palabras de Merkel fueron muy bien recibidas por los partidos de la oposición, La Izquierda y Los Verdes, que celebraron las críticas a Pegida. Pero las palabras no pueden cambiar el curso de los acontecimientos, que en 2015 marcarán un rumbo que signaá el proceso político paneuropeo hacia mediados de este siglo.