
Era un secreto a voces, de esos que, por galantería profesional, se elije callar: Begonia Gómez, la esposa del primer ministro de España Pedro Sánchez Castejón, es la hija de un actor central en el negocio de la prostitución que tuvo sus años de esplendor en el renacer democrático de España en los años 1980-1990 hasta el inicio del presente siglo.
Fue el líder del Partido Popular el que tomó la palabra convertida en ariete político para señalar, en un pleno de las cortes, que el presidente de la nación española se había beneficiado de los negocios de su suegro. Demoledor y brutal.
Alberto Núñez Feijoo apunto: «¿De qué prostíbulos ha vivido usted? ¡Es partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución!». Todo a cuento de los negocios de sauna y de prostitución que regenteaba Saturnino Gómez, padre de Begonia y suegro de Sánchez.
Los acólitos de Sánchez dicen que el PP ha roto todos los códigos y líneas rojas y que Feijoo está solo en esta batalla. No da esa impresión: todo el PP se ha lanzado a la marea de declaraciones que potencian el escándalo al poner en negro sobre blanco esta cuestión que se afirma dado que la primera vivienda del matrimonio fue un regalo de la familia de Begonia Gómez. Obvio es que el dinero en cuestión provino de los citados negocios.
Un varapalo fenomenal para un gobierno que tiene encarcelado a uno de los hombres clave de la estructura del partido. Los negocios de Saturnino han sido motivo de conversación en la política por décadas: así surge de los audios grabados por un ex comisario llamado José Manuel Villarejo, un habitante de las cloacas de los servicios. «Sánchez lo sabe seguro, sabe perfectamente a qué se dedica el suegro», revela la grabación. «Un tío que va con la bandera del rollo este feminista y no sé qué. ¿Feminista y lo tienes lleno de polacas chupando pollas en la sauna?».
La situación, hasta ahora cínicamente ignorada, pone en fuerte entredicho a la organización PODEMOS, de fuerte impronta feminista y también azotada por sus propias contradicciones en torno a este discurso. Tal como ocurriera con Al Capone, quizá no sea la enorme corrupción del PSOE lo que haga caer a este partido desnaturalizado en su esencia primigenia de ser custodio de altos valores éticos ni el latrocinio de las cuentas públicas, sino algo más pedestre y cruel como haberse beneficiado del negocio de la prostitución.
La inmensa sevicia de estos personajes que, como el tero, cantan en un lado y ponen los huevos en otro, está hoy en la picota. El PSOE cae como un piano en un país que, por su historia, ha vivido mayoritariamente del voto de burgueses que juegan al progresismo rojo de manera distraída y trágica.