La diatriba sobre si la inseguridad es un hecho cruel y verficable, o una exacerbación emotiva a causa de la cobertura de los medios, halla en una reciente columna del periodista Andrés Oppenheimer elementos nuevos que aumentarán el roce en el cruce de opiniones, aquí y en todos los sitios en que el problema está ciertamente establecido.
Según señala el articulista, el Departamento de Estado usualmente emite alertas a viajeros de los Estados Unidos, como la de diciembre de 2012, según la cual se recomienda a los ciudadanos a poner especial atención si viajan a Honduras, con base en los índices de inseguridad, crimen y violencia imperantes en ese país centroamericano. La advertencia vale también para México y Brasil.
Sin embargo, y según revela Oppenheimer basado en un estudio que lleva por título Comparativa de la violencia en USA; principales ciudades con respecto de las naciones más violentas del mundo, el índice de homicidios con armas de fuego de Washington DC es de 19 cada 100.000 habitantes, casi el doble que el de México (10) y un poco más elevado que el de Brasil (18). Nueva Orleans, con 62 asesinatos con armas de fuego cada 100.000 personas, tiene un índice casi tan elevado como el de Honduras, el país más violento del mundo, con 68 homicidios con armas de fuego por cada 100.000 personas. Detroit, con 36 asesinatos con armas de fuego cada 100.000 personas, tiene un índice más elevado que el de Colombia, país que, al igual que México, suele ser objeto de “alertas de viaje” del Departamento de Estado. Baltimore, con una tasa de homicidios con armas de fuego de 30 cada 100.000 personas, Newark (25) y Miami (24), tienen tasas más altas que las de República Dominicana (16).
El artículo de marras se publica justo cuando en los Estados Unidos el presidente Barack Obama parece lanzado a un enfrentamiento con el electorado republicano, en particular el que se alinea en el ahora derrotado Tea Party, sector históricamente vinculado y empático con la Asociación Nacional del Rifle, que pregona la libertad absoluta de adquirir, portar y utilizar armas de fuego, garantizada por la Segunda Enmienda constitucional.
En Argentina aún no se han escuchado voces a este respecto, quizá por prioridad de otros debates del momento, como el acuerdo con Irán por el atentado a la AMIA. Sí en México, donde se señala que “lo que ocurre es que ven la paja en el ojo ajeno y evitan la viga en el propio”, tal como advirtió el diputado local Gerardo Hernández Ibarra, secretario de la Comisión de Asuntos Fronterizos en el Congreso del Estado.
El legislador juarense agregó que aun cuando todos los países, en el uso de su soberanía, tratan de usar las mejores estrategias para no generar una mala imagen, no es válido que las alertas de viaje que emite el Departamento de Estado señalen al país y algunas de sus ciudades principales como peligrosas por sus niveles de violencia, cuando las estadísticas de los Estados Unidos ponen en evidencia que hay más peligro adentro que afuera.
No obstante, el sistema de protección mediática funciona, y no es raro escuchar a turistas argentinos hablar de lo seguros que se sienten cuando recorren ciudades americanas, de lo cual se desprende que hay una porción inseparable de cómo los gobiernos hacen uso de la herramienta estadística con la asistencia de los medios de comunicación, lo que luego se traduce en el componente emocional de este caro asunto público mundial.