El estrenó el film 1917, que supone el retorno del cineasta Sam Méndez con una pieza de alto impacto acerca de la Primera Guerra Mundial, y la cual permite recordar que el siglo XX comenzó con dicha contienda bélica. Los movimiento sociales indómitos a lo largo y ancho del planeta marcan, en cambio, el inicio del siglo XXI.
Las incontenibles marchas en Francia torcieron la voluntad del gobierno de Emmanuel Macron de elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años. En Chile, siguen las protestas que acorralan al gobierno de Sebastián Piñera. En el otro extremo del mundo, los incendios incontenibles sellan la suerte del gobierno de Scott Morrison. 30 mil personas se movilizaron en Sídney reclamando una acción más frontal ante el cambio climático.
En tanto no cede la tensión en Hong Kong, en Taiwán la presidenta Tsai Ing Weng se impuso por una diferencia aún mayor que la que pronosticaban las encuestas, y reafirmó su poder ante Pekín. Su mensaje de campaña fue muy claro: “Pekín debe entender que un Taiwán democrático, con un Gobierno democrático, no va a ceder ante las amenazas y la intimidación”.
En el mundo hay una nueva actitud: las multitudes se movilizan en torno a una idea o reclamo, y los parámetros que han manejado los gobiernos hasta hoy, quedan desbordados.
Los motivos pueden ser diversos, pero la calle es el ágora de la política del siglo XXI. Miles de escoceses han reclamado este sábado la independencia en las calles de Glasgow, en la mayor manifestación a favor de la ruptura con el Reino Unido desde el referéndum soberanista del 2014. La marcha ha sido la primera de las ocho planeadas a lo largo de este año por la organización All Under One Banner (Todos Bajo una Bandera) en apoyo a la convocatoria de un segundo referéndum en 2020, auspiciada por la ministra principal y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Nicola Sturgeon.
Motivos que vienen de la historia o reclamos sociales, todo se juega en las calles, organizado por las redes en una alianza de modos y formas que trasciende la cultura de cada lugar y da espacio a una nueva, conjunta, de participación ciudadana. No se trata de la urna solamente. No hay tregua entre una elección a otra, y ya la estructura de partidos no controla ni contiene el movimiento político.
En este fin de semana las calles de Teherán se vieron pobladas de personas que repudiaban al régimen por el derribo del avión de Ukranian Airlines que finalmente obligó al régimen de los Ayatolas a reconocer que el mismo fue producto de un misil ruso disparado por la Guardia Islámica.
La gente está en la calle, se aúpa en las redes, y no quiere liderazgos: quiere soluciones para su vida, en un desafío al orden político, que es irrefrenable.