La marcha inexorable del régimen de Nicolás Maduro hacia su caída es ya algo evidente; salvo quizá para el propio Maduro y sus seguidores que —como Hitler en el búnker— esperan un imposible cambio de situación y sentido general del conflicto.
La caída del régimen chavo-madurista (SIC) es ya inevitable por la dinámica que implica, para los factores de poder, la llegada de Juan Guaidó, quien representa la respuesta que se buscó por años para dar salida a un régimen cuyos adversarios eran —en casi todos los casos— percibidos como tan corruptos el propio gobierno.
El drama de la corrupción ha marcado fuertemente la vida venezolana. La corrupción de la clase dirigente explica por sí sola la llegada al poder Hugo Chávez Frías, coronel golpista ungido como líder de la nueva izquierda latinoamericana. Su irrupción fue el corolario de años de agitación política marcada por escándalos recurrentes de corrupción y sevicia política escandalosa. El chavo-madurismo llevó esta conducta, enraizada profundamente como política de poder, a extremos jamás vistos.
El capitulo PDVSA es el más visible. La destrucción de esta petrolera en un país con las reservas más grandes del mundo ha sido señalada por auditores de KPMG, quienes advierten que identificaron “riesgos de irregularidades (fraude o conducta irregular), principalmente, en los procesos de procura de bienes y de pagos a proveedores”. Estamos hablando de una destrucción de la propia producción: los ingresos de PDVSA tuvieron una contracción de US$24.000 millones —equivalente a 33% del ingreso de 2015— al bajar de US$72.169 millones ese año a US$48.002 millones hasta diciembre de 2016. Estos son los últimos datos disponibles, ya que no hay estadísticas confiables de 2017, y menos aún de 2018.
Datos duros revelan que los aliados económicos del régimen —como China, por caso— comienzan a alejarse del mismo ante el riesgo que implica hoy la desquiciada situación que se vive en el país caribeño. Petro China anunció que desvincula a PDVSA de cualquier proyecto conjunto, aunque guarda las formas y alega que la decisión no es consecuencia del embargo impuesto por Estados Unidos. Es un dato en extremo significativo que el mayor comprador mundial de petróleo modifique de esta forma su relación con Venezuela y salga en busca de nuevos proveedores.
En un golpe de furca impresionante, el líder Juan Guaidó publicó por Twitter un comunicado donde anuncia: “A partir de este momento iniciamos la toma del control progresivo y ordenado de los activos de nuestra República en el exterior, para impedir que en su etapa de salida (…) el usurpador y su banda busque ‘raspar la olla’ (…) He ordenado el traspaso de las cuentas de la República al control del Estado venezolano y de sus autoridades legítimas, para evitar que continúe el saqueo y destinarlas a satisfacer los problemas de los venezolanos”. Al mismo tiempo, Washington anunció sanciones contra la petrolera estatal de Venezuela PDVSA y dijo que su filial en ese país, Citgo, seguirá operando siempre que sus ganancias se depositen en una cuenta bloqueada en Estados Unidos. El ahogo financiero del régimen es la vía para que, como señaló el nuevo líder político venezolano, el país no termine en un baño de sangre.