La votación masiva en apoyo a la necesidad de introducir cambios en materia de tratamiento de deuda soberana, producida en Naciones Unidas recientemente, es un espaldarazo a la posición argentina. La postura mundial gira hacia un nuevo contrato, uno que reemplace a los ya vetustos acuerdos de Bretton Woods, que forjaron el orden económico hasta el presente.
Impulsada por Argentina y el G77 más China de establecer un marco jurídico legal a nivel global para los procesos de reestructuración de deuda soberana, la posición obtuvo 124 votos a favor en el seno de las Naciones Unidas, mientras que sólo 11 países lo hicieron en contra y 41 se pronunciaron por la abstención.
La votación en la Asamblea de la ONU se concretó luego de que el presidente del G77, Sacha Llorenti Soliz, presentara la moción. En la votación, Rusia se pronunció a favor de la propuesta, mientras que EE.UU. y Japón lo hicieron en contra. El marco regulatorio que busca Argentina en la ONU pretende fijar normas que impliquen que si la mayoría de los acreedores acepta las condiciones de una reestructuración de deuda, ésta debe ser aceptada por la totalidad de los tenedores de bonos. El canciller, Héctor Timerman, señaló: “La trascendente votación es la expresión más contundente de la necesidad de ponerle freno a la especulación desenfrenada. Lo que se ha decidido en la ONU expresa lo que nuestros pueblos demandan y merecen”.
“Si la ONU fue capaz de regular hasta los aprovechamiento de los recursos marítimos, cómo no podríamos decidir lo que hoy hemos decidido”, se preguntó el canciller, al hacer uso de la palabra luego de la votación. “Estoy convencido de que hemos asumido el compromiso de reconocer el derecho de todos a vivir un presente y un futuro mejor, desterrando una de las causas que genera la violencia que tanto nos preocupa”, manifestó.
Es obvio que Timerman recupera posiciones luego de sus yerros internacionales con el allanamiento a un avión de la USAF en el aeropuerto de Buenos Aires, y el malhadado acuerdo con Irán por el atentado a la AMIA. Esta acción política quedó reflejada en la conducta del juez Thomas Griesa, quien puso freno a los disparates propuestos por los abogados del fondo NML. Según revela Ámbito Financiero, “Griesa abrió su tribunal ayer para una nueva audiencia y demostró que defenderá a Wall Street. El encuentro terminó con un respaldo al Citibank y la espera de la decisión de la Cámara de Apelaciones de Nueva York del próximo jueves 18 de septiembre. La Argentina podría haber obtenido ayer la primera audiencia algo positiva en los tribunales donde manda Thomas Griesa desde 2012, cuando el juez neoyorquino falló en contra del país en el “juicio del siglo”. Ayer, el magistrado demostró que realmente teme las consecuencias sobre terceros de su decisión de condenar a la Argentina, al ratificar que le permitirá al Citibank pagar en tiempo y forma el próximo vencimiento en euros del 30 de septiembre. Además, Griesa les aclaró a los fondos buitre que no podrán avanzar en acusaciones hacia adelante contra el banco norteamericano y que la definición sobre la responsabilidad del Citibank como pagador de los próximos vencimientos del país deberá ser tomada por la Cámara de Apelaciones de Nueva York, tribunal que tratará puntualmente este caso el próximo jueves 18 de septiembre”.
La política y su influencia en el sistema judicial no es un exclusivo producto argentino.