El asesinato por decapitación del periodista James Foley por parte de jihadistas islámicos trajo a la conciencia colectiva de Occidente la naturaleza de lo que se está gestando en Medio Oriente. El acto de cruel factura, mostrado al mundo en un video profesionalmente realizado, no deja espacio para la indiferencia. La brutalidad de los jihadistas islámicos no es novedad, pero el asesinato de Foley la tradujo de otra manera al conocimiento público: uno de los detalles novedosos de esta ejecución es que el verdugo sería de nacionalidad británica, lo que introduce la cuestión de los jihadistas occidentales que combaten para el IS.
A la pregunta de en dónde y cómo los reclutan, hay un informe recientemente conocido que ubica los principales centros de reclutamiento en Ceuta y Melilla, punto de salida de la Jihad española hacia Siria e Irak. La mayoría de los golpes al jihadismo este año en España han tenido como escenario Ceuta y, sobre todo, Melilla. En esta última se desarrolló el 14 de marzo la «operación Azteca», que desmanteló una trama dedicada a enviar españoles y marroquíes al Estado Islámico. Fueron detenidos tres terroristas, entre ellos su jefe, Mustafá Maya Amaya; otros tres cayeron en Marruecos, y uno más en Málaga. En esta ciudad fue detenido el 5 de enero Sadik Mohamed, nacido en Ceuta, cuando regresaba de Irak. En Ceuta han sidoarrestados tres, entre ellos dos mujeres -una menor de edad- que iban a la Jihad. El pasado 16 de junio, la Policía desmantelaba la «Brigada Al Andalus», con la detención de nueve de sus integrantes, entre ellos el cabecilla, Lahcen Ikassrien. El grupo ya había enviado al menos a nueve jihadistas hacia zonas en conflicto. Su desmantelamiento evitó que mandara a Siria e Irak de manera inmediata a otros cinco. Su base logísticala había desplegado en diferentes barrios de Madrid y tenía conexiones con otros países de Europa. En lo que va del año han sido arrestados en España un total de 25 jihadistas en operaciones que también se han extendido a Huelva.
Europa es el centro de acción del reclutamiento islamita extremo. En Holanda, el Ayuntamiento de La Haya ha tenido que prohibir todas las manifestaciones en la zona residencial de la ciudad, ya que se habían convocado hasta siete marchas de distinto signo en torno a un barrio, Schilderswijk, donde algunos sectores afirman que las comunidades inmigrantes están aplicando la Sharía por encima de la ley holandesa. Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad, ha convocado la primera de las manifestaciones abiertamente anti-islámica.
Casi ningún país europeo escapa a esta realidad. El Gobierno belga asegura que más de un centenar de personas han salido de este país para combatir enSiria o Irak al lado de los integristas, pero que ha logrado persuadir a otros tantos para que no lo hagan. Barrios como el bruselense de Scharebeek son un foco de actividad para los grupos integristas, que han logrado hacerse con el control de zonas enteras en las que la Policía tiene dificultades para intervenir. Recientemente, ha habido incidentes graves cuando mujeres musulmanas se han negado a mostrar su rostro ante la Policía. En Bélgica, el burka o el velo integral están prohibidos por ley en el espacio público.
En Francia, el caldero islamita ruge con enorme fuerza. Francia es uno de los países que alberga la mayor comunidad musulmana en Europa. Lille ha sido, desde el principio, el escenario donde los militantes del islamismo han puesto a prueba la fortaleza de la sociedad democrática, al imponer la segregación en las instalaciones públicas (piscinas, por ejemplo) a cambio de paz social. En los alrededores de París o en Marsella, los musulmanes controlan barrios enteros.
Esta guerra recién comienza. Foley fue sólo una brutal advertencia.