Un escenario único y espectacular

Ha concluido la visita del papa Francisco I a los Estados Unidos, dejando a su paso, en los distintos momentos y discursos, un conjunto de lecciones políticas al conjunto de la comunidad y a la dirigencia política de esa nación y del mundo. Para los argentinos es, tal como lo revela la cobertura televisiva, en particular la de TN, un momento extraordinario, en el que alguien que es la síntesis de la cultura nacional, se comporta en el rol y se codea con el máximo poder en el mundo no sólo como un estadista sino como un hombre cuyas reflexiones sencillas todo lo abarcan en la dimensión del dolor humano.

La visita papal se inscribe en un contexto histórico marcado por la preeminencia religiosa, cultural e ideológica de los fundadores de las trece colonias originales. En 1607 un grupo de colonizadores ingleses construyó una diminuta aldea en Jamestown, Virginia. Portadores de una cédula del Rey Jaime I de Inglaterra, fundaron una colonia permanente en los primeros siete meses después de su arribo. En Nueva Inglaterra, la región nororiental de lo que hoy es Estados Unidos, los puritanos ingleses establecieron varias colonias. Estos colonizadores pensaban que la Iglesia de Inglaterra había adoptado demasiadas prácticas del catolicismo, y llegaron a América huyendo de la persecución en tierras inglesas y con la intención de fundar una colonia basada en sus propios ideales religiosos.
Esa matriz original está hoy en debate, uno que muchas veces no se comprende debidamente fuera de las fronteras de la Unión. A esa nación con esa historia basal llegó hoy el Papa, en una misión que trasciende lo político evidente. El año pasado había en ese país 76,7 millones de católicos, de los cuales 29,7 millones son hispanos, según estima la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Además, el 45 % de los estadounidenses dice tener algún tipo de conexión con el catolicismo: los que se definen como “católicos culturales” (9 %), por haber sido educados en una familia católica, y los ex católicos (9 %).
La presencia del Papa en el Congreso de los Estados Unidos, en el Memorial del 11 de Septiembre, presidiendo la misa en la Catedral de San Patricio en New York, son puntos altos para una religión que está profundamente cuestionada por hechos de pederastia de párrocos, obispos y auxiliares de la Iglesia. El pedido de perdón de Francisco y su “nunca más” a la protección a la pederastia resuenan fuerte para una grey que ha vivido en un contexto refractario a la Iglesia por razones históricas, religiosas y culturales.
Algo similar sucede con las organizaciones de inmigrantes, donde las parroquias y organizaciones comunitarias jugaron y juegan un rol muy importante. De hecho, una parte importante de las reuniones y mítines de inmigrantes, que movilizó un millón de personas en 2006 contra las políticas xenófobas, se realizaba en iglesias católicas o alrededor de parroquias. En Estados Unidos, como en otros países, el Papa aspira a que la Iglesia recobre la autoridad que un día representó, y sea un actor activo en temas políticos. Una constante en Jorge Bergoglio, el papa Francisco I.


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