Buenos Aires, «La Provincia», está abandonada a su suerte. El desquicio que se ha dado en el gasto de los recursos es impresionante. Los resultados, son paupérrimos. Kicillof gasta en todo, menos en servicios y soluciones para los vecinos.
En 2023, PBA recibió $824.122 millones. Es el equivalente al 44% del total de las transferencias corrientes distribuidas por el gobierno nacional. De ese total, $705.808 millones se utilizaron en partidas para gastos corrientes, mientras que los $118.304 millones restantes tuvieron como destino gastos en capital. La friolera de recursos destinados a gastos corrientes no incluyen —obvio es— áreas como salud, educación, seguridad o justicia.
La situación, dado el corte de las transferencias directas, anticipa un descalabro de proporciones gigantescas. Lo insólito, es que a nadie parece preocuparle. La política provincial votó un endeudamiento insostenible sin exigirle cambios en el gasto al ejecutivo, y hoy se ocupa de otros temas, como si lo que viene, fuera problema de otros.
Frente a esta situación, que se origina en la brutal destrucción del valor de nuestra moneda, Kicillof elige escapar de los hechos. Plantea en su cuenta de X (antes conocida como Twitter): «Nos reunimos con intendentes del Gran Buenos Aires para analizar la situación que está atravesando la Provincia y el país desde la asunción del gobierno de Javier Milei. Luego de la devaluación y la desregulación que implementaron se verificaron fuertes aumentos en los combustibles, alimentos, remedios y otros artículos de la canasta básica. Además se esperan grandes aumentos en las tarifas de luz, gas, agua, boletos de tren y colectivo. Situación que ya afecta gravemente a los sectores medios y vulnerables».
Ni una palabra sobre las responsabilidades propias. Kicillof fue clave en el armado de la trágica política de endeudamiento perpetrada por el trío de AF, CF y Massa. Hoy sigue gastando millones en la nada misma, como es el caso de las fiestas, paseos o entretenimientos de verano.
Un tipo de suerte, el gobernador de la provincia más importante de Argentina, ya que parece no pagar el costo político de la sentencia de US$16 mil millones en su contra que perdió nuestro país en el caso de la estatización de YPF. Nada parece tocarlo.
Hay demasiado dinero circulando en forma de cobertura política. Ni siquiera el raid diario de sangre que golpea a los bonaerenses parece conmover a las redacciones. Es que, con el corte de la pauta nacional, los medios de la provincia y de CABA se lanzaron a buscar cada vez más financiación mediante la pauta del gobierno provincial.
Pero la situación no puede durar para siempre cuando las condiciones sociales y políticas están exponiendo brutalmente el modo en que las corporaciones políticas y sus satélites se apoderan de la renta pública. Al gobernador cordobés Llaryora le espetan tanto en los medios como en las redes que deje de destinar sumas millonarias en publicidad y que se haga cargo del costo de la trasportación pública. Que ocurra lo mismo con Buenos Aires, es sólo cuestión de días u horas.