Un sincericidio de la TV Pública —parte de un sistema de medios estatales que preside Rosario Lufrano— introdujo un debate al respecto de la historia reciente que bien vale la pena destacar en este momento que vive el país. En la cuenta de Twitter de Canal 7 se publicó: “#HistoriaAlDía: El 4 de junio de 1943, aprovechando la apatía del pueblo hacia un gobierno corrupto, conservador y fraudulento, los militares -encabezados por los generales Rawson, Ramírez y Farrell- asumieron el poder de la República Argentina mediante un golpe de estado”. No se trata de una expresión critica, es una bendición, citando al pueblo harto del gobierno.
El golpe de 1943 puso fin a la era de la preeminencia de los partidos conservadores, quienes habían dominado la política argentina hasta entonces con la excepción del periodo en que gobernó el radical de Hipólito Irigoyen, derrocado por un golpe militar liderado José Félix Uriburu. La importancia del golpe de 1943 está dada por la trama interna que llevó a Juan Domingo Perón a la Secretaria de Trabajo de la Nación, desde donde construyó su liderazgo avasallante.
En dicho golpe tuvo un rol central el GOU, acrónimo de Grupo Oficiales Unidos, también citado como Grupo de Oficiales de la Unificación. En una proclama posterior al golpe expresaban: “Camaradas: La guerra ha demostrado palmariamente que las naciones no pueden ya, defenderse solas. De ahí el juego inseguro de las alianzas, que mitigan, pero no corrigen el grave mal. La era de la Nación va siendo substituida paulatinamente por la era del Continente. Ayer los feudos se unieron para formar la nación. Hoy, las naciones se unen para formar el Continente. Esa es la finalidad de esta guerra. Alemania realiza un esfuerzo titánico para unificar el continente europeo. La nación mayor y mejor equipada deberá regir los destinos del continente. En Europa será Alemania. En América del Norte la nación monitora por un tiempo será Estados Unidos. Pero en el sur no hay nación lo suficientemente fuerte para que sin discusión se admita su tutoría. Sólo hay dos que podrían tomarlas: Argentina y Brasil. Nuestra misión es hacer posible e indiscutible nuestra tutoría. La tarea es inmensa y llena de sacrificios. Pero no se hace patria sin sacrificarlo todo. Los titanes de nuestra independencia sacrificaron bienes y vida. En nuestro tiempo, Alemania ha dado a la vida un sentido heroico. Esos serán nuestros ejemplos. Para realizar el paso que los llevará A UNA ARGENTINA GRANDE Y PODEROSA, DEBEMOS APODERARNOS DEL PODER. Jamás un civil comprenderá la grandeza de nuestro ideal, habrá pues, que ELIMINARLOS DEL GOBIERNO Y DARLES LA ÚNICA MISIÓN QUE LES CORRESPONDE: TRABAJO Y OBEDIENCIA”.
Esta proclama es un dato de la cultura que aún hoy puja por el poder en la Argentina. Es la idea de un grupo de iluminados que pueden saber, decir, y ejecutar lo mejor para la nación, y en la que al otro —al ciudadano— sólo le queda obedecer y confiar ciegamente en el liderazgo político como fuente de toda respuesta y solución.