Es la consecuencia de su origen: Mar del Plata, una insignificante aldea de pescadores a orillas del Océano Atlántico, se convirtió en el refugio de verano de las clases altas de finales del siglo XIX, que recrearon aquí una copia edilicia de Biarritz, el punto elegido por la aristocracia francesa para sus veraneos. La llegada del ferrocarril, en 1886, fue clave para que la aldea de pescadores deviniera en centro turístico veraniego, y alrededor del mismo se fue formando una clase trabajadora que esencialmente se ocupaba en la mayordomía y en el servicio a la clase dominante. Ese rasgo ha marcado la cultura de la ciudad y se expresa muy fuertemente en la política: la idea misma del poder que se ejerce desde el centro a la periferia y que se impone por su sola razón de ser visualizado como aquel que concede, aquel que per se hace posible que la vida política y social exista.
Quizá se creyó que la llegada de un gobierno sin los antecedentes políticos y culturales de los surgidos del peronismo, de base cultural conservadora, traería un cambio más allá de la sigla electoral. Por si hiciera falta algo más para entender lo que está ocurriendo con el modo unitario y centralizado de ejercer el poder de la actual Gobernación, valga la presentación de la temporada de verano 2019 en el Torreón del Monje, en que la gobernadora Vidal se mostró como “la dueña” de la comarca y ocupó el centro de la escena ante la atenta mirada de diputados nacionales propios —Guillermo Montenegro, Juan Aicega—, diputados provinciales —Maximiliano Abad, Guillermo Castello—, curules locales y el intendente Carlos Fernando Arroyo, tratados como partiquinos menores.
María Eugenia Vidal anunció una gran plana populista para la felicidad de todos, con playas públicas, juegos, descuentos en espectáculos, acompañada por sus funcionarios vinculados a las áreas de medios, que son los que articulan y pagan con dinero de los contribuyentes generosos acuerdos económicos con medios metropolitanos para asegurarse mediáticamente, al tiempo que operan en forma sistemática en contrafigura con el Presidente de la Nación.
No hay una sola información sobre el monto destinado el pasado verano a la playa que armó y desarmó la Provincia y nada se dice sobre qué monto de dinero se destina este verano, cuando las cuentas bonaerenses reportan un recorte del orden de los cuarenta mil millones de pesos. Cuando tampoco se sabe si se va a subsidiar el valor de la unidad de la transportación pública o si el valor irá directo a precio del boleto –sin subsidio, cuarenta pesos por tramo en MDP-, en una demostración de retraso cultural y baja calidad democrática, la Gobernadora viene a anunciar un verano populista de la felicidad como dueña que recorre la comarca en la que está su aldea favorita de verano. Pero qué buena idea.