La Semana Social de la Iglesia, que se lleva a cabo en Mar del Plata, trajo este año el debate sobre la vinculación entre democracia y el combate de la pobreza, iluminando, en el escenario del Hotel 13 de Julio, la presencia entre los obispos de la ministro Carolina Stanley y la gobernadora María Eugenia Vidal como rostros visibles de los gobiernos nacional y provincial.
El momento más duro del encuentro se dio cuando el arzobispo de Lomas de Zamora soltó un estrepitoso discurso, que claramente marcó agenda política sobre la posición de la Iglesia católica al respecto del Gobierno y sus políticas públicas. Quien apostrofó a ambas dignidades políticas no es cualquiera, ni por su rol en la Iglesia ni por su pertenencia política. Jorge Lugones es presidente de la Pastoral Social y arzobispo de Lomas de Zamora, hombre del Papa, hermano de Luis Lugones, presidente del PJ de La Plata y tío del exintendente de dicha ciudad, Pablo Bruera. Algo quiere decir el brulote lanzado a boca de jarro por Lugones al señalar que “al hacer y al estar, hay que agregar el sentir, la sensibilidad cooperativa”. La referencia fue al corazón del mensaje de Cambiemos, que sostiene en sus piezas de comunicación “estamos haciendo”, en referencia a programas de obra pública en todo el país.
Lugones también fue en contra de anuncios concretos de los últimos días, como los que mostraron a Vidal inaugurando un instituto carcelario para jóvenes encartados por situaciones delictuales, apuntando que, en tanto se construyen cárceles, no se terminan los hospitales en la provincia. Obviamente, todo el arco político opositor —en particular el sector que lidera Cristina Fernández— celebra por lo alto las duras palabras de Lugones, quien también se pronunció a favor del paro del 25 de junio impulsado por la CGT.
Lo expresado en Mar del Plata ante un incómodo obispo local, Gabriel Mestre, supone un acto que no estaba acordado y que habilita otras lecturas. Quizá la Gobernadora quedó en el lugar de los tibios, aquellos a los que la Biblia les dice “Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. María Eugenia Vidal no se pronunció nunca sobre la situación creada a partir de la habilitación presidencial para debatir el proyecto de ley que desarma penalmente la persecución del aborto. Lo hizo de un modo indirecto, liberando a su ministro de Gobierno a militar en contra de la ley, y respaldando la gritería más chusca y soez que los grupos llegados desde San Miguel a la Plaza de los Dos Congresos vertieron en esa histórica jornada sobre la persona del presidente Mauricio Macri.
El Presidente, en su estilo, también contestó: invitó a Olivos a la diputada Silvia Lospenatto, y la felicitó por su magnífica labor en el Parlamento para que la ley que tanto irrita a la Iglesia sea aprobada. Primer round, al que segura y descontadamente le seguirán otros.