Un gobierno que se va, minado de denuncias por corrupción, con su vicepresidente imputado criminalmente y obligado a esconderse para tener quórum en el Senado: así está la presidencia de Cristina Fernández. Este gobierno, sitiado por sus propios magnánimos errores, esta semana produjo dos hechos de altísimo impacto presente y futuro: la consolidación de las relaciones con Rusia y China, dos jugadores centrales de la política global.
En estas horas, Vladimir Putin se encuentra en el país para afianzar un vínculo que implica un flujo comercial de unos US$ 2.500 millones anuales. La balanza comercial es favorable para Rusia. De hecho, Putin hizo referencia a este punto. “En la última década, el volumen del comercio argentino-ruso se ha multiplicado por seis, lo que nos deja considerar a la Argentina como uno de los principales socios económicos y comerciales de Rusia en la región de América latina”.
La reunión se da en un contexto de agradecimiento por el curso de las relaciones bilaterales. “Nuestros enfoques de las principales cuestiones de la política internacional son parecidos o coincidentes”. Así, el presidente ruso se refería al apoyo que dio Cristina Kirchner a Rusia por la anexión de Crimea a su territorio y al respaldo que le ofreció Moscú a la Argentina en su reclamo a Gran Bretaña por la soberanía de las islas Malvinas.
Sin embargo, esta reunión presidencial tiene objetivos concretos, tal como señalara para la 99.9 y este medio el corresponsal de Rusia Hoy, Hernando Kleimans: “Putin no viaja porque sí; viene porque existen determinadas condiciones. Existe una relación personal entre Vladimir Putin y nuestra Presidenta; es la séptima vez que se entrevistan y siempre fueron reuniones muy importantes”. En cuanto a los temas a tratar, la generación de energía es el eje central: “En principio, este encuentro viene precedido por una serie de reuniones previas paralelas. En la cuestión energética hay dos temas: Vaca Muerta lo dejaría al costado, y centraría el foco en la energía atómica. Aquí se trata de la tercera central atómica, una integración en cuanto a la construcción o producción de reactores de nuevo tipo. Es un programa muy atractivo que ya está a punto de ser servido en la mesa”, abunda Kleimans.
La cuestión energética es hoy la pata más débil del equilibrio macroeconómico del país. El primer ministro chino, Wen Jiabao, viene a la Argentina del 23 al 26 de julio. Es la segunda figura del sistema político chino, después del presidente y secretario general del Partido Comunista, Hu Jintao. También es el primer viaje de Wen Jiabao a América del Sur, en ocasión de la conferencia ecológica mundial que tendrá lugar en Río de Janeiro (Río+20).
La de Wen Jiabao es una visita clave para quienes consideran a nuestro país una nación clave en el contexto mundial. ¿Por qué? Porque China considera que la Argentina tiene un potencial agrícola capaz de alimentar a 500 (quizás 600) millones de personas; y la seguridad alimentaria es el primero de los intereses vitales de China, incluso por encima de la salvaguarda de su régimen político. La República Popular tiene la menor proporción entre tierra fértil y población del mundo (7%/22%), y enfrenta un problema de sequía crónica agudizada por la industrialización/urbanización, que torna inviable la producción agrícola en el mediano plazo, tendencia que se acentuará en los próximos diez años, y que ya adquiere la forma de una crisis o emergencia nacional.
Estas, entre otras, son las circunstancias que hacen hoy de nuestro país un socio indispensable a nivel global para el equilibrio de las naciones.