Vidaleadas I. Pasó por Mar del Plata María Eugenia Vida, gobernadora de la provincia de Buenos Aires en franco descenso de credibilidad, “haciendo imagen” en una puesta en marcha de una obra en la que nada tiene que ver. Vidal se cargó a su coleto la planta de tratamiento de efluentes, proyecto nacido en 2004, que pasó por distintas gestiones y que está concluido por el empeño que la intendencia local y OSSE le pusieron para llevarla adelante y finalmente concluirla. En esta obra, el financiamiento del BID fue clave, el management de OSSE, central, y el erario comunal aporto el 20% del monto total invertido. ¿Vidal?, ¿qué hizo Vidal para apoderarse en un acto de una obra en la que nada tuvo que ver? La política y sus necesidades contingentes, sólo eso.
Vidaleadas II. Preguntada por los periodistas presentes, la Gobernadora volvió a marrar con la realidad. Sobre el Consejo Escolar, justificó la intervención señalando que había denuncias de corrupción y que no se puede tolerar. La denuncia de corrupción es por los manejos de sus funcionarios Sergio Siciliano y Marcelo di Mario, que ya no saben en dónde meterse. En tanto Vidal hablaba de la corrupción de los otros, sus funcionarios buscan una salida desesperada a la situación que ellos mismos crearon. De hecho, el jueves en La Plata ofrecieron retirar la intervención y entregar a los consejeros el manejo nuevamente. Si son corruptos, como afirmó la Gobernadora, entonces que explique esta oferta. María Eugenia Vidal debería reflexionar su presente, ya que le está complicando su futuro.
Vidaleadas III. El acto no fue sencillo para nadie. La relación entre la Gobernadora y el intendente es compleja, y la cuestión de los aportes a la campaña 2017 la han estresado cada vez más. Carlos Fernando Arroyo fue claro y contundente: “jamás entregué un centavo, diga lo que diga la Gobernadora”. Quizá influyó en el ánimo del intendente que Vidal ni lo nombró en su discurso ante la presencia de medios y dirigentes en el acto en Camet. Ni qué hablar del fastidio que le provoca al hombre del piloto la sola presencia del vecino de San Isidro Guillermo Montenegro. Estupefactos, los diputados provinciales Maxi Abad y Guillermo Castello asistían a tremenda escena cuando el periodismo presente, al que ya no puede controlar Mariano Mohabed, descargaba incómodas preguntas una tras otra.
Judicialísimas. En medio de la barahúnda creada por los cuadernos del exsuboficial y exremisero Centeno, en Mar del Plata sigue la saga del juez Santiago Inchausti, que hace un enchastre judicial tras otro en causas diversas. Las denuncias por irregularidades graves -por caso las que ha presentado el abogado Martín Ferrá- son, para el juez subrogante Bernardo Bibel, “disconformidades procesales”. Ello involucra allanamientos irregulares, secuestros de vehículos arguyendo delitos inexistentes, y un largo etcétera. Todo muy documentado como para tremenda definición elusiva. Que los abogados de Roberto Balbuena, Luis Iroz y Rubén Cagni tomen nota. Las graves fallas procesales que sostendrán próximamente seguro aplican a la doctrina Bibel: no hay ilegitimidad procesal, sólo “disconformidades procesales”.