Cambios y enojos I. Los integrantes de la mutual de guardavidas mantuvieron un literal cerco al palacio municipal que pudo haber sido ocupación si no se hubiera impedido al límite del ingreso por la fuerza por la entrada de calle La Rioja. Los dirigidos por Di Virgilio se agitan en una empresa imposible: no habrá renovación de contrato para este verano, y sí es concreto que actuales prestadores del servicio se incorporen por medio del sindicato a la tarea en playas.
Cambios y enojos II. El que está en el cambio es el vecino de San Isidro Guillermo Montenegro, quien entrevistado por el Harvey Weinsten local Cholo Ciano, al ser llevado al tema de Mar del Plata y puntualmente sobre el Némesis del imperio galaico —léase Carlos Fernando Arroyo— contestó: “es mi intendente. Soy de Cambiemos y él también, y estoy para ayudarlo”. La cita desató reacciones en palacio, y los abuenadores del espacio imaginan un café entre ambos en el despacho principal de la comuna. Será de ver.
Radicales en disputa. Los radicales con y sin boina blanca se disputan el trofeo pasado de moda de la conducción del comité provincial y los comité locales. En ese predicamento, al no cerrar acuerdos, el que salió cantando “de amarillo no me pinto y no porque sea de River” fue Mario Rodríguez, que repudió al “radicalismo amarillo”, esto es, los radicales que articulan con el PRO y se alinean sin hesitar con el Gobierno provincial. La trifulca traerá consecuencias en el ordenamiento local.
De plata y encasillamientos. Nadie sabe bien cómo empezó, pero lo cierto es que se ha establecido una disputa fuerte entre el HCD y la administración por el dinero que se debe disponer para hacer funcionar la institución parlamentaria local. En rigor, esta semana se conocería cuánto les cuesta a los contribuyentes el funcionamiento del Concejo. Un dato: cada concejal implica erogaciones por un millón de pesos por mes. Matemática simple: son veinticuatro, hagamos las cuentas. Y menos mal que los curules no tienen que rendir cuentas por productividad, porque si así fuera, a algunos no les alcanzaría para saldar su pasivo con tres reencarnaciones.
Repudios, agachadas y servilismos. Si el concejal Ariel Ciano se desnudara y se exhibiera sin paños menores en la plaza San Martín, aun así, no provocaría mayor atención en la ciudadanía. Ciano fue uno de los que salió a criticar la posible derogación de la concesión del Paseo Hermitage. Se alinearon, con mayor o menor contundencia, Maximiliano Abad, Fernanda Raverta, Rodolfo Iriart, Vilma Baragiola; quizá la más contundente, porque habló de necesidades jurídicas concretas y se sumó a la idea de un juicio que pagaríamos todos los contribuyentes. Curioso lo de Claudia Rodríguez: la accionista marplatense pidió que si se revé una concesión, se revean todas. Y, por ahí le dan el gusto. A Raverta y Daniel Rodríguez habría que recordarles que en marzo de 2015, con la firma del concejal Marcos Gutiérrez, elevaron un pedido de informes para que se explicara el exiguo canon que paga Ladrey. ¡Ah! 2015, cierto, cuando eran el Frente para la Victoria. Hoy es 2018 y son Unidad ciudadana. Todo cambia.