De acuerdos, intrigas y sospechas. Las que ha desatado la creación de espacios de cafetería en bancos de la ciudad de Mar del Plata. Primero fue una sucursal digital del banco RIO, luego una sucursal del BAPRO. El actor de la iniciativa —que el presidente del BAPRO saludó por todo lo alto— fue Miguel Martínez, ex CTI y nuevo rico, hoy dueño de la cadena La Fonte de Oro. Martínez aparece como un factor de tensión entre la Bancaria y la directiva actual, que impone se debatan consideraciones de relación laboral. Los bancarios apuntan que, por mas cafetería de la que se trate, si el espacio de negocios está en un banco, los que allí trabajen son bancarios, no gastronómicos. Siendo así, no habría margen para los acuerdos que habitualmente celebra Martínez con gastronómicos para fijar jornadas de trabajo que se pagan al cincuenta por ciento en tanto el resto del pago va por cuerda separada. El apuro del presidente del BAPRO, Martin Curuchet, en introducir la novedad, se lleva puesto el criterio prevalente de respetar los convenios laborales. Hay ruido, mucho ruido.
De hundimientos y remociones. En tanto se agudiza la tensión por la licitación de la Terminal 3 del Puerto —que ocuparía el espacio en donde hoy están los viejos silos que van a ir a demolición, si es que la misma prospera—, otro frente de conflicto está a las puertas del Consorcio: la remoción de barcos hundidos y abandonados. La ley que regula la actividad dice claramente que la responsabilidad ante el abandono es del propietario armador y no del Estado, por lo que se han completado esta semana los expedientes que habilitarán, con cargo a las empresas, el retiro de los buques ya inactivos, en algún caso, desde hace más de un lustro. Aseguran los responsables que ya hay siete buques limpios para llevar a Varadero y desguazar, y que se está esperando que la base naval autorice los primeros traslados. ¿Pagarán?
Repercusiones. La última reunión del presidente Mauricio Macri con la mesa de la pesca en Madryn dejo mucha tela para cortar. No hubo definiciones que conformen a sector alguno, pero quizá quien más desconforme se fue sea el propio primer mandatario. A mediados del multitudinario encuentro, al jefe de estado ya se lo veía fastidiado. Poco y nada se ha avanzado, y la lista de quejas es cada vez más grande. Particularmente molesta fue la acción fuera de lugar de Pablo Trueba reclamando un compromiso para que el Estado rescate los cuerpos de los pescadores del Rigel, llevando una nota que finalmente receptó un colaborador del presidente. El pedido es una locura, dado el tiempo que lleva el buque hundido, en donde no hay modo que haya cuerpos para rescatar. El punto más alto se lo llevo un ex funcionario del área, hoy a salario del sector privado, que exclamaba: “Mauricio, Mauricio todo bien pero el puerto de Mar del Plata lo bancan los privados”. El malestar en el staff de la rosada es tremendo.
Callecitas de nuestros barrios. El ejecutivo, merced al manejo eficiente del erario público que pilotea Hernán Mourelle, ha superado luego de casi tres años el espantoso cuello de botella que dejó la des gestión Pulti/Bonifatti que, entre otras delicatessen, contrajeron una deuda millonaria con la cantera Yarabi que paralizó la entrega de granza para el mantenimiento de calles en distintos barrios de la ciudad. Hoy, con una inminente compra de cincuenta mil toneladas de granza, el programa 2019 va ampliando los frentes de trabajo hasta llegar a siete y las calles adquieren una nueva fisonomía. Un punto alto en la incomodidad política que esto genera lo dio el decir de la presidenta de la Asociación Vecinal Playa Serena María Inés Benítez, que llegó a mentir negando trabajos ya efectuados. El otro, los recorridos del barrio la Herradura que realizaron los ediles Marina Santoro (de renovada estética física) y Marcos Gutiérrez, quienes se atribuyen la autoría política de los trabajos, en algo así como un caranchismo político de la peor matriz. Más penoso y triste, no se consigue.