De la muerte y la batalla por la vida I. El mismo día en el que la miserable conducta de Florencio Aldrey Iglesias quedó expuesta sin cortapisas, en ese día que en se conoce que usó su contacto con Ginés González García para saltar el orden de vacunación él y sus dos sobrinas, ese mismo día, fallece Gustavo Adolfo Demarchi, sin duda el dirigente que más lo enfrentó. No sólo a él, sino a una auténtica banda del mal que se apoderó en Mar del Plata de la bandera de los Derechos Humanos y practicó el “lawfare” con fruición maligna. Una batalla por la identidad del poder en la ciudad que lo consumió, literalmente. Polemizador incansable, nunca midió la entraña maliciosa que se coligó para destruirlo. Obvio es, para el lector consecuente de este medio, que fue condenado en un tribunal de corte soviético cuyo único objetivo era demonizarlo y ponerlo detrás de las rejas.
De la muerte y la batalla por la vida II. Siempre tuvo claro el elemento corrupto y pernicioso que significa Ladrey para esta ciudad. Y la cobardía de una clase política menor siempre dispuesta a las abluciones cómplices. Su obsesión por dejar un legado claro de su no pertenencia a la Concentración Universitaria Nacionalista (CNU) marcó a fuego años de su vida. Nunca fue parte de CNU, nunca ordenó ni asesinó a nadie, y menos aún fue represor o genocida, como han titulado medios canallas de la ciudad que se alimentan del dinero mal habido que reparte el poder. Dirá el destino si futuros fallos de la Corte Suprema dan a estos juicios espurios corruptos el lugar que merecen como una muestra de la vileza en que han debido vivir estos años Demarchi y otros que participaron de la vida pública de la ciudad en los turbulentos setenta.
De la muerte y la batalla por la vida III. El copamiento de las organizaciones denominadas de “Derechos Humanos” es una de las políticas más exitosas de largo término por parte de los servicios de inteligencia del proceso. Roberto Atilo Falcone y Mario Portela eran abogados del servicio de inteligencia del ejército. Falcone, quien en los ochenta cuestionaba fallos de Pedro Federico Hooft, sostenía en sus escritos que los derechos humanos eran “una nefasta muletilla”. El abogado estrella de los derechos humanos en Mar del Plata y servicial compañero de ruta de los agentes del odio Cesar Sivo, ha tenido lazos estructurales con el narcotráfico. No en vano este medio se refiere a él como el “narco abogado”. Bastoneó desde La Capital Marcelo Pasetti, canalla no menor de esta historia de mentiras y engaños crueles. Nunca olvidar al fiscal de cámaras Daniel Adler, o al secretario Rodolfo Pradas quien, ejerciendo de juez subrogante, le dijo en la cara a Juan Manuel Demarchi: “yo sé que tu viejo no tiene nada que ver con la CNU pero ya me puse el traje”.
De la muerte y la batalla por la vida IV. Rodolfo Pradas tejió una alianza con el narco abogado Cesar Sivo. Misma alianza que tejió Daniel Adler para ir contra Demarchi y así lograr ser nombrado en el cargo federal de mas alta jerarquía. La frase que soltó Pradas es la cumbre del cinismo. “Yo sé que tu viejo no tiene nada que ver con la CNU pero ya me puse el traje” es la confesión de su postura de que todo valía por un cargo. Miserables infames. Que vivan mucho tiempo para que no puedan escapar de sus conductas delictuales. Como dicen en Twitter: “Los esperamos de a uno”, y “ellos eligieron que vos te mueras”. Ni olvido ni perdón. Justicia.