Museo Mar: se va la segunda. Algo extraño quedó en ese lugar en el que una y otra vez, al amparo de su —cuando menos— curiosa figura legal, se dan acuerdos económicos que no están del todo claros. Habiendo partido rudamente del lugar —pandemia mediante— Miguel Martínez Allue —con mesa autografiada por Marta Minujin incluída—, se abre al público en etapa pospandemia un nuevo emprendimiento gastronómico tan irregular como el anterior.
El museo y el café. En el Museo Mar hay un staff permanente que está denunciado en una investigación que procura muy lentamente la fiscalía 10. Ahora, hay nuevos elementos que suman irregularidades. El nuevo café está explitado por una sociedad llamada «Club Tri SRL» en formación. Aparece allí José Ignacio Rizzo, quien está en sociedad con Nicolás Marcelo Pasetti. Recordemos que la esposa de Pasetti y mamá de Nicolás percibe un sueldo por parte del Estado por estar allí, en el museo, sin que nadie sepa que catzo hace. Nicolás Marcelo percibe también subsidios del Estado por una ONG de curioso nombre: «Improvisación Colectiva Mar del Plata». No serán los Baéz o los Kirchner, pero aplican el mismo método: envolver a los hijos en sus trapicheos.
De okupas y conceptos bíblicos. La cuestión de la ocupación de terrenos al sur del partido de General Pueyrredon es todo un tema recurrente. Por años, los damnificados se quejaron de que la fiscal Lorena Irigoyen no le resolvía nunca nada a nadie. Al cambiar la fiscalía, llegó Juan Pablo Lódola y todos pensaron que se iba a cumplir el principio de que escoba nueva barre bien, pero no: todo va para atrás mal, muy mal.
De reuniones e insatisfacciones. Ante la sistemática acción de diversos aventureros que buscan apoderarse de terrenos en toda el área de los barrios del sur de la ciudad, el primer reclamo se presenta ante la policía, que lo que responde es «no podemos hacer nada sin orden del fiscal». Luego, recurren al municipio, que posee una oronda secretaría de Seguridad, y en donde se encuentran con Toto García, que los deja chochos: es un encantador de serpientes, impecable, correcto y de amplios conocimientos jurídicos. De ahí, se van a la fiscalía, donde se encuentran con el empoderado Juan Pablo Lódola.
Insatisfacciones mal. Es ahí, en la reunión con el fiscal, donde todo se complica, ya que éste busca saber si el vecino es buen propietario, o mal propietario. Parece que se quemaron todos los libros de derecho. ¿Cómo es? Funciona así: se lo interroga al propietario legal del terreno al respecto de si éste está alambrado o no, si se pagaron las tazas e impuestos, etc. Si no hizo nada de esto, se trata de un mal propietario y, no es literal, pero es como si dijera que la ocupación ilegal del predio está merecida. Y ojo que no se esté ante un caso de usucapión armadita correctamente: ahí sí olvidate de la Constitución y del derecho a la propiedad.