Debates sobre universos alternos I. Cuando el peronista de boina blanca Facundo Manes propone cerrar al grieta parece —o afecta— ignorar la profundidad conceptual de lo que habla: las diferencias que la establecen, están a la vista de quien quiera ver. Un caso, en nuestra ciudad de Mar del Plata, es el de los denominados «cuidacoches» o «trapitos», una modalidad que vino de la mano de las recurrentes crisis económicas y que se ha transformado en «modus vivendis» ya establecido en las grandes ciudades del país.
Debates sobre universos alternos II. Desde el FdT, y también desde la iglesia, existe la visión común que equipara a estas personas con un trabajador y, a partir de allí, se busca establecer un modo de acción del Estado que quedó reflejado en la postura de la concejal Sol de la Torre, quien postula: «Me pregunto si realmente es una solución negar que existen. Buscamos la formalización del trabajo y la adquisición de derechos laborales. Con una población desocupada o con trabajo informal del 40% sabemos que no habrá un camino inmediato para que se incorporen al trabajo formal». Ergo, la idea es formalizar y estratificar la situación. Esa es una postura.
Debates sobre universos alternos III. En la otra postura, la de generar condiciones para que no sea más habitual y común esta actividad, se pronunció Agustín Neme, presidente del bloque PRO en JxC: «Creemos que esta problemática necesita de una solución y partimos desde inicios distintos respecto del Frente de Todos. Para nosotros es una problemática de seguridad ciudadana y queremos una herramienta que defienda a los vecinos porque nadie puede adueñarse del espacio público o pedir dinero de forma violenta para que un vecino pueda estacionar». La denominada «grieta» —una creación mediática de Jorge Lanata— es un abismo ideológico al respecto de la construcción de la sociedad. Ha existido, existe y existirá en tanto haya posiciones en donde algunos plantean la estratificación social y otros buscan la motivación para la superación individual y colectiva.
Se dice de mí. Así se halló, de un momento a otro, la consejera escolar Mónica Lence. Fueron un tweet o dos en relación a los hechos ocurridos a las puertas del edificio donde reside la vicepresidenta. Tal cual espadas flamígeras de la verdad única, dos concejeras escolares del FdT salieron a plantear su cancelación por el oprobioso hecho de haberse expresado en libertad. La respuesta llegó en modo de carta abierta y plantea una alta disputa política.
La respuesta. Se publicó por redes sociales y dice: «No se pide perdón por pensar distinto. No tengo miedo». Continúa: «Durante el atentado a la vicepresidenta escribí dos tweets. En uno hice referencia a mi percepción personal de lo ocurrido. En el otro cuestioné la idea de instalar un feriado nacional. Hoy, el Frente de Todos pide mi destitución y un repudio hacia el gravísimo acto que según ellos he cometido: decir lo que siento». Luego agrega: «No vengo, como ellos, caminando los pasillos del oportunismo político, de la mirada reducida, de la pelea por espacios de poder que nos llevan al lugar donde nos encontramos hoy. Vengo de la vida». Agrega: «Explico esto porque realmente llevo muy poco tiempo en este espacio. Ni siquiera se cumplió un año desde que vi a mis compañeras por primera vez. Todavía sigo viendo la realidad como ciudadana de a pie, no como una funcionaria política. Y ese fue mi error. No haberme dado cuenta que pertenezco a un espacio político que exige la responsabilidad de actuar en equipo, y actué como la que soy, una ciudadana más».