Casa por casa. Es un hecho que la diferencia de votos registrada en la PASO entre Fernanda Montoto Raverta y Guillermo Montenegro no dejó conforme al ejecutivo local. Una pronta decisión, fue la de sacar al funcionariado a la calle a timbrar, como en los inicios del PRO en CABA. En general, los resultados parecen expresar satisfacción, ya que los reclamos que reciben son los esperables y, en sí —según dicen los que analizan las planillas de visita—, la retención de voto es alta. Habrá que ver si no pasa como en los focus group, en donde los analistas se quejan de que la gente les miente las respuestas sólo para quedar bien en cuanto advierten cuál es el sesgo de la propuesta.
Ruido mal. El que se generó por la publicación de la edición 1356 de N&P desnudando las prácticas desdorosas del delegado a dedo de los gastronómicos Rubén Mohammed, que han incomodado al momentáneo secretario general de la UTHGRA local. Lejos de achicar el paño, aumentaron la apuesta y están buscando la fuente que le dio la información a este medio. En otro acto propio de una conducción machirula que no protege debidamente a las trabajadoras, el secretario general se puso del lado de Pablo Baldini, sin escuchar a las camareras de Cava Federal que tienen mucho para decir de lo acontecido y que merecen amparo.
De empujones y gritos I. De la declaración de la primera testigo de los hechos acontecidos en Cava Federal —cuyas iniciales son DMG— surge claramente que el altercado tuvo una dinámica en la que el alcohol y la falta de respeto jugaron un rol central. La testigo en ningún momento caracteriza al personal de seguridad acusado como «una máqina de matar» —como ha dicho en diversos medios el ex juez subrogante y ex abogado de Lázaro Báez, Alejandro Baldini—, sino que dice claramente que Pablo Baldini estaba empeñado en ingresar al patio del local a pesar de que éste estaba con capacidad completa, y que los mozos habían pedido explícitamente que no le permitieran el acceso al empresario de espectáculos por que —en palabras de la testigo— estos afirmaban que molestaba a las camareras. Hay una enorme distancia entre el relato que pretendió instalar el abogado y testigo, y lo que está siendo referido en la causa judicial.
De empujones y gritos II. Dice la testigo: «Nos sentamos en la mesa que estaba al lado de la cava de vinos, mi amiga estaba mirando directo a la escalera y yo estaba mirando a la puerta de salida a la calle de Cava. En un momento mi amiga, que se llama CC, se puso pálida, y miró para el costado, y ahí empezamos a ver la situación: había dos personas con Junior, estaban discutiendo, y vi que un señor empezó a empujarlo. Con este señor había estaba Alejandro Baldini, en ese momento yo no lo conocía, supe después su nombre. Alejandro estaba en el medio entre ellos, como intentando de que se alejaran entre los dos. El otro señor estaba gritando barbaridades que se escuchaban muy claras, le decía (sic) “…negro de mierda volvete a tu país”. En un momento este señor menciona que era amigo del dueño, de Pablo V, y bueno empezaron los empujones, hasta que en una secuencia este señor lo agarra a Junior del cuello, como que lo intenta de manotear del cuello, la cara, y ahí Junior reacciona y le termina pegando una piña. Este señor al que me refiero que lo tomó del cuello a Junior es Pablo Baldini, me enteré su nombre después. Y ahí después de que Junior lo golpea, el señor cae al piso. Se empezó a acercar más personas de Cava y dos chicas más que se notaban que era clientas, para ver si estaba bien, si respiraba, y se nota que alguna de las chicas de Cava llamó a una ambulancia y luego de unos minutos lo ayudaron a sentarse en una de las barras que están adentro, unas mesas largas, no la barra. Y estuvieron ahí por más o menos media ahora hasta que llegaron los paramédicos». Lejos del relato mediático ciertamente.