De historia, voceros, y enojos con la prensa I. Nunca ha sido fácil la relación del poder con los medios. Tras la frase «queremos una prensa independiente», lo que hay es un deseo de tener amables servicios de prensa que sólo cuenten lo que al poder de turno le agrade. No es un tema sólo argentino: en esta semana, dos voceros de prensa —u ocultadores de hechos— se molestaron por la acción de los medios: Jorge D’Onofrio —ex correveidile de un ya desaparecido locutor de la ciudad— y el vocero de ambos nosocomios provinciales, Alberto Pellegrini. Dos ganapanes.
De historia, voceros, y enojos con la prensa II. En el caso de D’Onofrio, fue con los colegas de la repetidora de Radio Mitre. ¿El tema? Las declaraciones del juez contencioso administrativo Simón Isachs, quien se pronunció al respecto del recurso presentado por el legislador Guillermo Castello pretendiendo declarar inconstitucional la ordenanza que impone una gabela sobre el precio de los combustibles en General Pueyrredon. Ante la operación de prensa que se disparó por su decisorio, un colega advirtió que el tema era, cuando menos, confuso, y lo llamó a Isachs para consultar. Ahí fue cuando se armó.
De historia, voceros, y enojos con la prensa III. El colega llamó a un directo, lo atendió el juez, él se identificó correctamente, y grabó la conversación. Parte de lo expuesto en la misma, salió al aire. ¡Para qué! D’Onofrio se puso de los pelos y llamó para exigir disculpas diciendo que no le habían advertido a su augusta señoría que lo que lo estaban grabando, que cómo hacían eso, que no era ético, etc. Lo que no era ético, era cuando su señoría se mostraba el café de Roca entre Güemes y Alvear con un abogado de la matrícula —ya fallecido—, muy vinculado con el gobierno municipal de Carlos Fernando Arroyo, operando para voltear las resoluciones en contra de la postura adoptada por los abogados del municipio. Éso es lo que no era ético, más allá de los fallos que dictó en su momento.
De historia, voceros, y enojos con la prensa IV. El que también farfulla conra los medios, es el vocero de ambos hospitales públicos, Alberto Pellegrini. Está molesto porque se filtró que un menor con problemas de cocaína fue retirado del hospital por la madre sin permiso y asevera, con dicción docente, que, por ser un tema de menores, de eso no se debe hablar. En sencillo: hagamos silencio, porque las autoridades del hospital van a quedar expuestas ante la situación de que llega un crío con problemas por cocaína —que es un tema bien de adultos—, y lo sacan del hospital así como así. Háganse cargo y cumplan bien con su trabajo, y los medios no los vamos a incomodar.
¡Se va! La cumbiantera directora asociada del HIGA parte. Se lo comunicaron desde La Plata. Deberían hacerle un juicio de residencia y obligarla a devolver todo lo que se llevó al bolsillo durante estos años. Otra buena para nada cuyos únicos méritos son haberse acomodado en La Cámpora y tener una inexorable pasión por ocupar cargos públicos.
Respuesta con altura. El asesor presidencial, Federico Sturzenegger, volvió a arremeter contra la industria pesquera pretendiendo instalar que lo único que pagan los empresarios del sector a la hora de llevar adelante su actividad, es un fee del 0,15%. Sin nombrarlo, CAPEAR ALFA publicó una respuesta muy bien elaborada, en la cual analizaron toda la presión fiscal e impositiva del Estado sobre la actividad, llegando a la conclusión de que ésta equivale, por ejemplo, al 40,53% de los costos de producción de un kilo de merluza hubbsi entera fresca. ¿Los escucharán? Quizás haya que dejar un poco de lado las buenas formas, y animarse a debatir en otros términos.