Siguiendo instrucciones. Julián Busetti, concejal del PRO, ha salido con los tapones de punta a cuestionar el estado de los establecimientos escolares en General Pueyrredon. Siempre listo y servicial, expone el nuevo criterio de la administración que pasó del «sí Alberto» al silencio respecto de la desidia provincial, al mileísmo militante a full. Luego de años de silencio acomodaticio, sin críticas ni al ex presidente ni al siniestro gobernador, ahora se soltaron los frenos inhibitorios y a la cancha. Eso sí, algo fuera de foco: si van a dar batalla por la educación y el estado de los establecimientos escolares, no deberían olvidar que la presidenta del Consejo es del PRO y ya da por la suya una gran batalla política y administrativa. Pero, digamos, o sea, Julián, de andar derecho y ser solidario, mucho no sabe.
Herida en el ala. La primadonna del ladrillo en nuestra sociedad está a full en eso de ser visible y visibilizada. Hablamos, por supuesto, de la blonda Florencia Miconi, quien recibió junto a otras féminas de la ciudad una distinción por parte de la UCIP que es como que te prestigie la nada misma. La organización empresaria —que alguna vez fue importante para la vida de esta comunidad— está dedicada a estos menesteres. Digamos que para Flor es un mimo en este momento complejo en el que su mega proyecto DAD no encuentra la respuesta que ella busca en términos de inversiones. Y de eso, hay algo para decir.
Hablando de inversiones. El tema de las inversiones está a la orden del día: en una reunión en la Cámara de la Construcción, el que dio la nota fue Luis Silva, quien se mostró muy molesto por las posiciones que viene adoptando el Colegio de Arquitectos. Con cara de haber pasado una mala noche, y sin mirar a nadie en particular, desarrajó truenos y centellas hablando de gente que no entiende nada (¿?) y le metió tantas correcciones al documento que llevó a la reunión Flor Miconi que, al final, todo fue una ensalada rusa de mal gusto. Por otro lado, las andanzas de la blonda van generando un frente de tormenta.
Frente de tormenta. Luego de haber amenazado con «ojo conmigo, que tengo el teléfono rojo» y de haber quedado a la intemperie luego de la batalla que perdió con el aficionado al whisky japonés en otro capítulo de las internas del Universo Ladrey, Flor, rápida para los giros a 180 grados —te hierve como a la rana en tanto te cuenta un cuento—, ha hecho saltar las alarmas. Hay ámbitos de decisión en donde dicen «ahora, ni un metro más: jugamos, nos expusimos y así nos fue con estas alianzas». Ta bravo el tema.
Sobre el INCAA y la industria del cine. Dice Miguel Pereyra en un extenso artículo publicado en Perfil: «Cuántas veces escuché a la intelectualidad porteña quejarse amargamente de la penetración cultural a través de las películas del Imperio Yanqui sin percatarse siquiera que la Ciudad de Buenos Aires, su lugar de residencia, hace exactamente lo mismo con el resto de las provincias argentinas. Esta suerte de imperialismo interno ha impedido sistemáticamente el desarrollo de un cine y de una cultura federal. Creo que la discusión de la Ley Ómnibus presentada por el Ejecutivo Nacional puede constituir una oportunidad histórica para ordenar el tremendo desbarajuste legal y económico imperante desde hace ya muchísimos años en nuestro cine.
Propiciaría también que los representantes de la comunidad audiovisual del interior del país, pudieran sentarse en la mesa de las decisiones. Finalmente, siempre me causó gracia ver como la mal llamada industria del cine de nuestro país se rasgaba las vestiduras en contra de las grandes producciones cinematográficas de Hollywood y su avanzada cultural capitalista, mientras recibía calladita el 10% que generaba la venta de entradas de esas mismas películas que criticaba ácidamente. ¿Qué sería de nuestra actividad audiovisual si tuviera que financiarse únicamente con el porcentaje del 10% generado por las películas argentinas? Quizás, eso hubiera obligado al INCAA a ser mucho más selectivo y cuidadoso con el número de películas que podrían recibir un subsidio, privilegiando a la calidad por sobre la cantidad. Tenemos suerte, todavía podremos echar a mano al 10% de esos odiados tanques de Marvel, Disney, la Warner Brothers, Netflix y la mar en coche».
Rígano y compañía siguen haciendo ruido. Finalmente un medio porteño —en este caso La Nación— se hizo eco de lo que venimos contando desde hace rato: el escandaloso arreglo al que suscribieron Rígano y compañía con el estado andorriano para evitar terminar en la cárcel, usando como propios los fondos que les confiaron miles de ahorristas. Bienvenido sea: a las cucarachas la luz las espanta.