Malas lenguas 1398

Cambios y recuperación operativa. Al asumir, la nueva conducción policial halló que, en su inmensa mayoría, el parque automotor está devastado. ¿Por qué? No por desidia de los comisarios, sino porque el ex jefe departamental José Luis Segovia, ante los requerimientos de sus subordinados —por caso, pastillas de feno— señalaba que los arreglos no eran necesarios porque él iba a traer a Mar del Plata todas unidades 0km. El Ministerio de Seguridad —que parece haber salido de la larga siesta que ha permitido tanta desidia y abandono— envió cubiertas y baterías nuevas para toda la flota. Se han puesto en la calle los dos cuerpos de motoristas y los recursos de la UTOI que no estaban siendo utilizados en la periferia, y en horas viene un fuerte despliegue en los corredores comerciales de la ciudad. Se verá. Ojalá (Dios dirá) que salga bien.

La iglesia peronista y sus negocios I. La profunda transformación de la Iglesia Católica en la iglesia peronista amenaza con provocar un fuerte cisma de fe en la Argentina. No es sólo Juan Grabois, protegido de Bergoglio, o la extraña separación del ex obispo de Mar del Plata y ex arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre, degradado al rol de cumplir la función de párroco en las iglesias de la diócesis platense sin cura asignado: hay un olor espantoso a los peores pantanos del hedonismo dinerario en la curia más importante del país, esa que dirige el amigo íntimo de Sergio Massa y de Malena Galmarini, Jorge García Cuerva.

La iglesia peronista y sus negocios II. Jorge García Cuerva es la clave de cómo serán los negocios que se den en el mítico Luna Park. ¿Por qué? Porque, desde 2018, el testamento de la viuda de Lectoure transfirió la propiedad a la Sociedad Salesiana Juan Bosco y a Cáritas, administrada por el arzobispo de Buenos Aires. Así es que el alto prelado maneja el sabot de cómo, quién, y por cuánto se quedará con la explotación del mítico estadio.

La iglesia peronista y la trasparencia. El obispo de Buenos Aires ha hecho escuchar su voz para empujar al gobierno de Milei a un acuerdo político que, cuando menos, le de un respiro a Juan Grabois y a los llamadas curas villeros, de los cuales pocos son curas de seminario, sino una facción “B” de diáconos que hacen de pastores de almas pero que aparecen en todas las situaciones de trapicheos de planes sociales. Justamente, en el mes de los fastos de glorificación del sacerdote Carlos Mugica, García Cuerva habló del barro de la corrupción.

La iglesia peronista y el barro de la corrupción. El amigo del matrimonio Massa/Galmarini, en una homilía que se celebró en el estadio Luna Park como corolario del mes Mugica organizado por los curas y las comunidades de las villas y barrios populares de todo el país, desglosó «La meditación en la villa», una oración del propio Mugica, a la que le agregó su propio sello: «Cincuenta años después seguimos chapoteando entre descalificativos y odios; chapoteamos en el barro de la corrupción. Estamos acostumbrados a chapotear en el barro de los enfrentamientos constantes, mientras los más pobres siguen chapoteando en el barro de las calles de sus barrios sin asfalto y sin un plan de urbanización». Curioso que el pastor de almas hable del barro y esté cerrando la entrega del Luna Park a espaldas de la sociedad, sin llamar a una licitación abierta y trasparente. Mucho barro, por cierto.