
Un casamiento discreto, una fiesta ampulosa. Eligió contraer nupcias en CABA y festejar en un coqueto salón ubicado en el predio de La Rural. No hubo invitados marplatenses. Un empresario local de diálogo recurrente le preguntó el por qué y adujo que, si contraía esponsales en Mar del Plata, lo iban a criticar por el vino, el menú y otros fastos propios de un casamiento del poder. Así justifico el intendente su decisión de no celebrar esponsales en la ciudad que lo eligió dos veces para guiar sus destinos. La celebración se conoció en Mar del Plata por este medio, que publicó en exclusiva imágenes del casamiento de Guillermo Montenegro y Eugenia Pruzzo, su compañera de años y madre de tres de sus hijos. Los hechos dicen más que las palabras.
Una licitación que hace agua. Tal como se señala en la columna que firma el director de este medio en esta edición, la única presentación para postularse a la privatización de los estadios del Polideportivo y Minella está de ya con serias complicaciones: una inversión de u$s20 millones parece mucho, pero es cambio chico para las dimensiones de los escenarios, su aggiornamiento, y su puesta en valor. Se suma que la auditoría de Price Waterhouse y Cooper de diciembre 2024 señala que el grupo brasileño Revee está en serias dificultades financieras. ¿Otra aventura?
De proyectos positivos y miradas muy pequeñas. Lamentablemente, la pequeñez de los actores políticos perjudica a la ciudad. Dos propuestas de ediles de la unión patriótica duermen en los cajones del poder ejecutivo o del propio legislativo por no dar la derecha a posturas que son para beneficio de toda la sociedad. Uno, el de la edil y presidenta del bloque Mariana Cuesta referido a poda y cambio del arbolado urbano. Urge cambiar y actuar. Otro, recientemente presentado por Diego García, para mejorar aspectos de circulación y cruce de la avenida Félix U Camet y Constitución, en donde todos los días se juega la suerte de la vida de los transeúntes por defectos de diseño. Sería bueno que piensen en el bien común, cuando menos, en cuestiones simples. Sobran motivos para debatir y disputar.
Contra todo sentido común. La Asociación Marplatense de Canabicultores convocó a una marcha el sábado 3 de mayo en el monumento a San Martín para visibilizar su lucha por mayores libertades. El comunicado señala: «Por el auto cultivo, por la regulación justa, por el acceso seguro y sin criminalización». El colectivo reclama la urgente necesidad de una legislación más clara y equitativa respecto al uso medicinal, terapéutico y personal del cannabis, así como el fin de la persecución a cultivadores y pacientes. Agrega: «el objetivo de promover políticas públicas más inclusivas, respetuosas de los derechos humanos y basadas en la evidencia científica». Justamente, la evidencia científica es clara y precisa sobre el efecto del consumo de marihuana en la salud mental: estudios de diferentes países y ámbitos universitarios señalan al consumo de marihuana como un facto clave en el aumento de la esquizofrenia en menores y adultos jóvenes. Un delirio.
De carneros y patoteros I. «Salí a carnerear» fue lo que le repetía, de manera amenazante, una y otra vez, Oscar Bravo, dirigente del SOMU, a uno de los trabajadores que estaban por embarcarse en el buque pesquero Marlene del Carmen. Para ellos, que un trabajador actúe con sentido común y acuerde con su empleador condiciones de trabajo lógicas, es actuar como un carnero sumiso. Los gritos, las amenazas y los maltratos continuaron hasta que la persona en cuestión perdió la paciencia y lanzó una amenaza estúpida y ahí fue cuando empezaron los golpes.
De carneros y patoteros II. El conflicto se dio porque, según el convenio colectivo de trabajo, por el tamaño de su bodega, el Marlene del Carmen debería salir a pescar con diez tripulantes. Ahora, el mismo convenio avala —y es práctica habitual en el puerto— que, si por alguna circunstancia el armador necesita zarpar con menor tripulación, puede pagar los sueldos «faltantes» y repartirlos entre quienes salen a navegar. De manera unilateral y violenta, el SOMU decidió que en este caso la empresa no podía actuar de esta forma y —en un despliegue de gimnasia mental admirable— terminaron golpeando y amenazando a los trabajadores que dicen representar, para así evitar que el barco salga.
De carneros y patoteros III. En medio de la violencia —que quedó registrada en un video— la inacción de Prefectura es total. Los patoteros del SOMU terminaron agarrando del cuello a uno de los trabajadores, a quien le dijeron de manera muy explícita: «te vamos a hacer poronga». Dicen que actúan de esta manera violenta en defensa de los derechos de los trabajadores, y que su objetivo era sólo impedir la salida del barco en condiciones que no son permitidas por los convenios laborales. Raro entonces que, esa misma noche, cuando ya era claro que el Marlene del Carmen no iba a zarpar, haya aparecido destrozada la camioneta de la persona que se ve amenazada en el video. Argentina no puede seguir subordinada al accionar de patoteros y violentos.