Malas lenguas 1469

De detenciones y negocios espurios. Los eventos que han llevado a la detención de cuatro personas —todos ellos, de alrededor de 40 años de edad— vinculados al negocio de los casinos y esquemas de juego clandestino, tienen algunas particularidades que vale destacar: De las viviendas allanadas en Rumencó, una pertenece a Fidel Construcciones. Otra, figura a nombre de Guillermo Piranello, quien revistó como jefe de Drogas Ilícitas en Mar del Plata. Pinarello padre estaba habilitado para diversos rubros en el área de la gastronomía, todos con distribución de productos. Es conocido por su apodo de «El Taca». Su hijo, detenido en Puerto Iguazú junto a Joaquín Otero Cao, es conocido como «El Taquita». Los otros detenidos aún no han prestado declaración por consejo legal, ya que el juez interviniente ha prorrogado el secreto de sumario. La dupla de Santiago Inchausti juez, y Laura Mazzaferri fiscal, no es el mejor dúo legal para llegar a verdad alguna, por cierto.

De cambios y compensaciones. La determinación de impulsar la designación como jueces de faltas de Franklin Llan de Rosos —quien entre 2019 y 2020 fue subsecretario de Legal y Técnica del propio Montenegro—, María Paula Hernández —abogada independiente que asesora a importantes empresas de la ciudad— y, especialmente, al presidente del Colegio de Abogados de Mar del Plata, Leandro Gabás —hombre ligado al senador nacional radical Maximiliano Abad— dejó a un acólito fuera de juego: Pablo Nogues, quien esperaba ser juez de faltas desde hace una década cuando menos. Quedó out. Lo compensaron nombrándolo vicedecano de la facultad de Derecho, cargo en el que sucede a la ahora designada vicedecana Marina Sánchez Herrero.

El deterioro es muy notable. La caída de un semáforo en Libertad e Independencia —que por milagro no cayó sobre un transeúnte— fue reemplazado. Bueno, «reemplazado», en este caso, es sólo un modo de decir: al mismo poste le agregaron un tramo de reemplazo que sirve para darle más profundidad a la base. El por qué, lo explica el propio personal: no hay nada de nada los depósitos. Están vacios. No hay luminarias, ni LEDs de reemplazo.

El Tona. Para cuando Jonathan Maldonado le quitó la vida a Stefano Bergamaschi —y condenó de por vida a su familia a un dolor eterno— este ya había regado de sangre la ciudad. No era su primer crimen: entre los 13 y 16 años, «El Tona» acumulaba 30 hechos criminales no punibles por ser menor. En 2015, asesinó a un cómplice suyo de 16 años. Él tenía 15. Su segundo crimen, lo cometió pocos días después: Cristian Rauinnlatis manejaba un remise trucho y fue a la villa Matteotti por cocaína. «El Tona» lo asaltó y lo mató de un tiro en el cuello. Pocos días después, le disparó a Miguel Benítez, en idénticas circunstancias. Éste sobrevivió, luego de pasarla muy mal. Siempre salió, porque tenía 15 años. En 2017, pidió la libertad para la revinculación familiar. Se la negaron. Cumplió toda condena. Desde septiembre que está en la calle. Todo indica que el proceso de resocialización no ha tenido éxito.