Barbaridades insoportables. En esta semana y según nos cuentan, se vivieron momentos agitados a consecuencia de que el director del depósito municipal, Luis Trubiano, se puso nervioso con un camionero que debía entregarle mercadería, y le dio trompadas hasta cansarse.
El personal, que veía atónito esta situación, alertó a la directora Marisa Vargas, quien acudió al depósito, y fue recibida con insultos, amenazas de muerte y golpes por parte de Trubiano, por lo que tuvo que intervenir la fuerza policial. Parece que ya se ha vuelto algo de rutina que el señor se presente a trabajar sumamente alterado, además de armado y amenazante, lo cual tiene a todos los empleados controlando esfínteres. Pregunta: ¿el sindicato de municipales no tiene nada para decir? ¿Complicidad, impunidad, qué será qué será?
Atropellando. Así anda por la vida Alejandro Ferro. Nos hacen saber vía email: “Alrededor de las 0 horas del sábado 21 se apersonó el doctor Alejandro Ferro en la clínica 25 de Mayo como acompañante de un paciente, quien luego de pasar por la guardia debía realizarse una placa. El procedimiento se realiza de la siguiente manera: el médico que pide la placa lleva al paciente hasta la sala de rayos en el primer piso, y una vez terminada la misma, se lo acompaña nuevamente hasta la guardia; los acompañantes no intervienen en ningún momento, ya que el procedimiento es llevado a cabo por el médico, junto al paciente y al técnico de rayos. Pero lo que sucedió fue que cuando el médico se disponía a llevar al paciente al primer piso, Ferro preguntó: -“¿Por dónde voy al primer piso?”. Allí se le explicó que no debía subir, ya que el paciente bajaría a la brevedad. Pero insistió: -“¿Por dónde voy al primer piso? Sor el Dr. Ferro”, e intentó ingresar por un ascensor para camillas. Se le aclaró entonces que ese ascensor es para pacientes y personal operativo de la clínica, a lo que retrucó: “Entonces no me reten y díganme por dónde subo”, por lo que se lo acompañó hasta los ascensores de uso común. Minutos más tarde bajó, apuntó con el dedo al personal de vigilancia y dijo: “El lunes me voy a quejar con el director de la clínica. No tengo por qué hablar con ustedes”. Parece que los buenos modales no vienen incluidos en el manual de cómo ser un juez de la república.
Delirios. Los jueces de menores Salas, Darmadrail y Di Clemente pretendían llevar nuevamente a la unidad de menores de Batán a tres peligrosos criminales que estaban alojados en La Plata. La movida involucraba a quienes habían provocado gravísimos incidentes en 2011, encabezados por Jonathan Álvarez junto a otro individuo apellidado Fernández. Los homicidios de conocimiento público de ambos son el de Edgardo Molina y el de Mauricio Brizuela, de 18 años, asesinado en la feria comunitaria de calle Friuli. Recordemos que ambos habían sido alojados en el penal de Batán, donde permanecieron un año hasta que los jueces dispusieron que volvieran al centro cerrado. En julio de 2012 realizaron otro motín y destruyeron todo el instituto, lo cual terminó con la clausura del edificio. Estos sujetos hoy tienen 20 años, y aún así, los jueces de minoridad pretenden que se los aloje nuevamente en este módulo operado por asistentes civiles sin formación en seguridad. El gremio está de alerta naranja virando al rojo violento.
Distinción. En estos días, el Concejo Deliberante local dio una distinción a Emilce Moler. Ya en esta columna hemos publicado claramente la confesión de la propia Moler de que no se ajusta a la verdad histórica que ella sea una sobreviviente de la infausta e innoble situación criminal que se dio en llamar “La noche de los lápices”. Ahora, ante esta distinción surgen otras voces que hablan de su proceder autoritario en el mundo académico. Ya daremos mayores detalles.