Aires bizarros I. Todo se enrarece cuando de la verdad se trata. Esta semana, la maquinaria de cortar y pegar gacetillas del poder se hizo un festín de declaraciones, tanto del municipio como de la Fiscalía General. Lo cierto es que a medida que pasan las horas, surgen más y más elementos que hacen evidente el nivel de acuerdo entre el intendente y el fiscal general. Resulta más que obvio que ambos conocían qué ocurría en este escenario, y acordaron en qué lugar cortar el hilo. Surgen de la misma fiscalía y de la comuna datos que buscan limitar las responsabilidades a Juan Carlos Belmonte como único “jefe de la banda”. Garello refirió que si bien los allanamientos se pensaron simultáneos, la irrupción de Prefectura en casa de Belmonte padre fue cinco minutos antes de la llegada de los prefectos al área descentralizada El Gaucho. Al arribar, Belmonte intentaba irse en su vehículo del lugar, cuestión que le fue impedida. Las escuchas -siempre en palabras que se le atribuyen a Fabián Uriel- permitían advertir que Belmonte se manejaba con tres celulares. Al requisar su oficina y su persona, se advirtió que los celulares no estaban ni en su poder ni en su escritorio. Dos prefectos fueron rápidamente a buscar en el auto en el que pretendía huir, para encontrarse con la sorpresa de que el vehículo ya no estaba…
Aires bizarros II. El auto en cuestión apareció horas después en un galpón abandonado en el mismo predio. Los celulares no estaban allí: aparecieron en el predio de alumbrado sin los chips. Entre las revelaciones que ha efectuado el fiscal general está el señalar que los que recaudaban en el Renault 19 llevaban entre sus ropas, a las 10 de la mañana, unos quince mil pesos de caja del día. Garello ha filtrado información que apunta una y otra vez a Belmonte como cabeza de la organización. Nada va a ser tan fácil. Este lunes, el abogado Cristian Moix hará una presentación requiriendo que el Ministerio Público Fiscal (Pagella, Fernández Garello) investigue y procesenç como jefe de una asociación ilícita a Pulti, por tráfico de influencias y violación de la Ley de Ética Pública.
Aires bizarros III. El que no la lleva bien en la Semana Santa que ha concluido es el titular de Inspección General Eduardo Bruzzeta. Le cayó un procesamiento por la denuncia presentada por Luis Romeo y Alberto Navarro por los delitos de extorsión, concusión agravada, abusos reiterados, coacción, amenazas y violación de domicilio. En la denuncia de marras sostienen que Bruzzeta exigió treinta mil pesos por fiesta que estos pretendieran realizar en el local conocido como “La Previa”, contiguo al barrio privado Rumencó. Que el pedido era imperativo y tenía por objeto satisfacer una solicitud recaudatoria de Gustavo Pulti. Así está relatado en la denuncia penal que el pasado miércoles tuvo notificación formal de formación de causa.
Entre extravíos e ineficiencias. La súper Secretaría de Seguridad que capitanea Adrián Alveolite tiene problemas: no puede proveer seguridad en el mismo edificio en el que funciona. En el juzgado al frente del cual está Pedro López Martucci, le robaron la cartera y un celular de alto precio a una funcionaria de dicho departamento. Requeridas que fueron las cámaras del centro de monitoreo que funciona allí, dieron la novedad de que no había imágenes porque la cámara ubicada en el pasillo que da acceso al juzgado de faltas no estaba funcionando. El técnico a cargo fue claro: la cámara está encendida, pero en off el recording. Es decir, una falla grave perpetrada dentro mismo del ámbito que debe brindar seguridad. Paradoja pura.