Quesito mudito. El fiscal general de cámaras del fuero federal está como Bernardo, el asistente del Zorro: no emite sonido. No habla, elude la acción pública y la está pasando mal por imperio del resultado de sus propias conductas. La Corte Suprema de Justicia de la Nación determinó, el pasado 2 de junio, que Daniel Adler se haga cargo de pagar su propia obra social. Curioso, por cierto: cualquiera imagina que alguien que ocupa tremendo cargo y gana algo así como $130.000 por mes, debería poder pagar sus gastos personalísimos. Bueno, don “Quesito” se escondía para no pagar, como familiar a cargo de su esposa, también funcionaria judicial, quien goza de obra social desde 1989. En 2014, la obra social de marras le informó que en tanto ambos, el magistrado silencioso y su esposa, se desempeñan en el Poder Judicial de la Nación, ambos deben ser considerados titulares. De dicha cuestión se le requirió a Adler que pague las cuotas entre 2006 y 2014. Pero no se resolverá así como así, toda vez que el fiscal general de cámaras aún se mantiene rebelde, y la Corte dice de él: “Adler expone en su defensa justamente la irregularidad del proceder del propio Adler”. Agrega la manda: “la conducta de Adler no encuentra ninguna justificación valida a partir de acordada del año 2011, observándose su proceder en abierta trasgresión a lo dispuesto por la Corte”. Increíble pero real, digno de Ripley.
Enojos y acciones de terrorismo político. Llueven amenazas del tipo “van a hacer con Arroyo lo mismo que con Vilma”, y argumentaciones tales como “Gustavo esta histérico, no entiende por qué no lo votaron, y no va a parar hasta recuperar los votos como sea”. Así se suceden las operaciones, una tras otra. Inició con la supuesta persecución a la notera de Canal 10 Clara Barrenechea, joven egresada de FASTA, amiga del entorno de GAP/Perogrullo/Cospelito, quien fue sobre Carlos Arroyo para arrojar el balde de mugre de descaracterizarlo vinculándolo con el tema de la dictadura. Y recibió una respuesta acorde a su objetivo; Zorro 1 le espetó: “Déjenme de joder con el Proceso; fui director de Tránsito”. Barrenechea, ofendida, se lanzó a la saga de la periodista perseguida, atizada la cuestión por la derrotada cadena de corte y pegue que alimenta el Intendente con el concurso entusiasta de Manuel Cotado. Una víctima de ficción, que hasta ameritó una acción de repudio en la ronda de las Madres del pasado jueves. Cuánta mentira en los fines de época.
Clara y Gustavo. La joven periodista Clara Barrenechea, entre sus conquistas profesionales, ha logrado que su padre ingrese a la municipalidad, va por empleo público para su marido, e intenta hacer los deberes políticos que la relación que eligió tener con el poder de turno le impone. Quizá la mejor lección le llegó de los propios: nadie en Canal 10 se solidarizó con ella, y el canal no cubrió la ronda de las Madres del pasado jueves. Sorpresas te da la vida.