Malas lenguas 944

Días de furia. En tanto los accionistas marplatenses se preparan para el repliegue al que los obliga el resultado electoral, en los campamentos de la UCR y la Agrupación Atlántica se viven días de euforia seguidos por momentos de furia inexplicable. A semanas de tomar el poder y así darle un vuelco a la significación política de la ciudad, ocurren hechos muy menores que hacen al cotilleo del día a día. Demasiada gente sin hacer algo útil, que pasa demasiado tiempo en los cafés de la manzana de las sombras. Torpes si los hay, o jugadores quintacolumnistas demasiado entusiastas. Muy mediocre todo (ver desarrollo de esta ML en artículo de tapa de la presentetalles edición).

Tarde piaste. Finalmente, Jorge Hidalgo convocó a la formación del directorio del Consorcio Portuario. Según señaló, lo hace por expresa indicación del Gobernador, que quizá vea en este movimiento la posibilidad de sumar votos para el balotaje. Con lo poquito que falta, y ante el cambio inminente de autoridades en la Provincia, la decisión huele a muy poquito y nada de nada.

Intrigas y cambios. Luego de sus devaneos con la intención de ser candidato a intendente -primero por el PRO, luego por el Frente Renovador, para al fin de cuentas no ser nada de nada-, Juan Manuel Pettigiani retornó a la Fiscalía Federal de Cámaras. Muchacho de emocionalidad frágil, en las primeras horas de su retorno ya anduvo de intriga en intriga: acusó de estar empleada en el TOF a la esposa de un importante dirigente con alta lapicera de ahora en más en la Gobernación y en el fuero federal, de allí fabuló una reunión entre los integrantes del TOF y el dirigente, para sumar luego a “Quesito el aceitoso” en la reunión de marras. Demasiada telenovela brasileña y poca información fidedigna.

Cruces y retruécanos. Tal vez los más afectados por la debacle electoral en Mar del Plata sean los militantes de Rodolfo Iriart. Recibieron un varapalo tremebundo y quejas desde La Plata por la exigua performance contra el despliegue efectuado en cargos, acciones y actos. Es que por más que el “maninismo” haga, nada puede ayudar si Scioli viene, se exhibe junto al galaico, se muestra encantado con que el nuevo shopping lleve su nombre (“es como si fuera mi padre”, grafica, para terminar de embarrarla), y sigue hablando de la inexistente terminal de cruceros y del paniaguado y desorientado museo MAR. No hay plata que cubra semejante dislate de comprensión de lo que auténticamente reclama y necesita la sociedad marplatense.