Sobre cruces y final de época I. Martín Juárez, señalado por el fiscal Mariano Moyano como líder de una banda multi delincuencial (todo les venía bien: salideras, extorsión, allanamiento de morada…), supo mantener reiteradas reuniones y conversaciones telefónicas con el titular de Asuntos de la Comunidad, Marcelo Fernández. Fernández salió por medio de la cadena de corte y pegue a despegarse de la situación, sabedor, claro, de que hay conversaciones telefónicas que lo colocan en un lugar como mínimo incómodo.
Sobre cruces y final de época II. La denuncia citada en la columna del director de este medio en esta edición referida al robo de combustibles en la Delegación Puerto está firmemente establecida por la existencia de videos probatorios: se muestran vehículos e individuos actuantes, de carrera y cargos políticos. Aquello de Cospelito/Perogrullo de “en mi gestión no hay un solo caso de corrupción”, ya no da para el escepticismo sino para la carcajada abierta. Y el lamento, porque las consecuencias las pagaremos todos los contribuyentes.
Ruidos en el palacio. Por increíble que parezca, el ámbito tribunalicio una vez más se instala no por las cuestiones propias de la rutina laboral o el conflicto que impulsa la Asociación Judicial Bonaerense con renovado vigor ante el cambio de autoridades políticas, sino por las fuerzas propias de la naturaleza. Todo parece haber ocurrido en un congreso en Capital Federal: fiscal y funcionaria de esa fiscalía; situación de poder entre ambos (jefe/empleada); mismo hotel, distintas habitaciones. Presión, alguna mano mal metida, todo termina con la funcionaria retornando anticipadamente y denuncia ante el fiscal general, que movió al fiscal protagonista del reclamo hacia otra dependencia. Habrá más data de este culebrón en breve.
De soberbia y poder. Nos hacen llegar esta comunicación: “La soberbia y arbitrariedad con que se manejan Sus Majestades juezas Slavin y Mastrogiácomo ya es rayana en la psicopatía. Fomentan la pelea entre empleados, privilegiando a los alcahuetes. La última postergación de los empleados del tribunal se dio mediante la designación de Marcelo Pala, un empleado que trajeron de otro tribunal (el 3), para hacerlo prosecretario entre gallos y medianoche, dejando de lado al personal que hace decena de años trabaja en ese tribunal. Los maltratos son permanentes y el silencio es el mejor método para no tener problemas. El juez Noel está con licencia afectado por un proceso penal y pedido de jury. Uno de los empleados (Marcos Sánchez) se encuentra con licencia médica afectado por esta situación; otro empleado, Lucas Bianchi, también fue afectado por la práctica del acomodo que en total silencio se practicó en el Tribunal”. ¿Hasta cuándo seguirá esta situación? Los funcionarios judiciales tienen menos derechos que los siervos de la gleba en el Medioevo. Prácticas deleznables.