Señales I. Cada año, el aniversario de La Capital es el motivo para brindar a la comunidad el escenario farsesco de un poder que se extiende ante la comunidad como la misma esencia de lo que se puede y no se puede hacer en Mar del Plata. Concejales, funcionarios, dirigentes de variado pelaje hacen abluciones ante quien reconocen como su patético amo. El espectáculo, ignorado por la población en general, impacta en el ejercicio del poder y lo pervierte hasta dejarlo irreconocible como tal. ¿Cómo puede leerse, si no, que los dirigentes que se expresaron en loas bizarras respecto de la personalidad de Iglesias, sean “el Rulo” Lamacchia y “Carozo” Trujillo, dos apropiadores seriales de la renta pública?
Señales II. La sobreexposición de la gobernadora Vidal en su visita al multialdrey, abundando en citas de elogio no sostenibles en la realidad sobre este personaje que bien podría caracterizarse como NIP (Not important person), valijero de la Corona española y de los hermanos Scioli e impúdico apropiador de fondos públicos de todo orden, ha dejado a varios con la mandíbula pegada al piso. Nadie tiene una respuesta del porqué de esta sobreactuación de quien dice de sí ser diferente y transparente. Vidal, con esta puesta, ingresa para miles de marplatenses en un cono de sombras.
Intrigas rumbo al 2017. Las internas se suceden en el universo de la política, y no sólo hacia adentro de la alianza multicausal que llevó a Arroyo a la Intendencia. Lucas Fiorini explora posibilidades ante el avance de la candidatura por el FR de mudar de facción peronista. Cabildea si rearmarse en el ámbito de Florencio Randazzo -que ya tiene un espacio de su organización interna, “La florería”, en MDP-, o ir por la estructura que busca montar el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey. Nada es novedoso, sólo el eterno mutar de la piel de esa serpiente de mil cabezas que coloquialmente se denomina peronismo.
De discursos y silencios. A los discursos sobatraste dirigidos al brigantino multiemprendedor escuchados en el almuerzo de La Capital, se le contrapusieron los silencios de la derrota que implica la presencia de Juan Manuel Cheppi y María Fernanda Raverta. Cuando menos Ottavis derivó hacia el mundo del espectáculo, que, bizarro y de mal gusto, es al menos entretenido. Tanto parlotear del proyecto, tanta pasión ganándose enemigos por todas partes, para terminar besando el anillo del mucamo del poder oscuro…
Un personaje singular. Juan Galarreta es un personaje singular. Odiado por sus empleados, cuestionado por sus resoluciones, luce blindado a la crítica profesional y política. La Convención Internacional de los Derechos Humanos y el plexo constitucional son su armadura. El dolor que provoca su visión libertaria del crimen no le hace mella , ni provoca en él intención de cambio alguna.