Se acerca el final. En unos días habrá concluido el denominado “Juicio a la CNU”, luego de los alegatos defensistas que ocurrirán en esta semana y la próxima. El alegato del fiscal general de cámaras, Daniel Adler, fue deplorable, como toda su escandalosa procuración de esta innoble causa. Innoble porque nunca se buscó la verdad, mucho menos la justicia. Adler comenzó reconociendo que, salvo en un caso, no hay pruebas para sostener nada de lo alegado en la acusación fiscal, para luego abundar en “habría”, “podría” y “sería”, llegando al colmo de apuntar que la entrevista que el director de este medio le realizara en la 99.9 a la testigo Mirta Masid llevó a la misma a cambiar su relato de los hechos. Una conducta siniestra y mendaz del funcionario federal, que para completar su nefasto proceder señaló al director de este medio como apologista de la represión de Estado. Tal como señalamos desde 2009, este émulo del fiscal de los juicios de Moscú Andréi Yanuárievich Vyshinsk, armó esta causa con la concurrencia de César Sivo, Susana Salerno, Claudio Kishimoto y el ex juez subrogante Rodolfo Pradas, quien sostuvo ante el hijo de uno de los prisionizados “yo sé que en esta causa no hay nada, pero ya me puse el saco” (sic). El final se acerca, y será sorprendente.
Poco serio y algo criminal. Y si es criminal quedarse con los ahorros de terceras personas, y también lo es prometer depósitos en el exterior y no concretarlos fraguando documentación, no es menos cierto que la aventura patética de Daniel Viglione quedó completamente al desnudo el día de su detención en Mendoza. El fugado se había alojado en un hotel a su nombre, y habló con un damnificado, al que le dio el número del cual llamaba para que le pasara un mensaje a su esposa. Envuelto en su propia mentira de financista internacional, ni tiempo para ver alguna película de prófugos tuvo, porque de ser así, algo habría aprendido. Su imagen, esposado con la cabeza hundida en el pecho, dice más que un millón de palabras.
De presiones y relatos. La imprudencia es un hábito en la manzana de las sombras. Envueltos en su propio mundo mágico e infeliz, un conjunto de correveidiles se agita al compás de rumores a cuál más idiota. Esta semana insistían en vincular a funcionarios comunales con los hechos que rodearon la muerte de Lucía Pérez. La usina que impulsa el ex intendente Perogrullo / Cospelito necesita a diario de este esquema para sostener la triste idea de elecciones anticipadas. Sin embargo, lo peor es el fuego amigo, que juega este juego irresponsablemente, con entusiasmo idiotizante. Lo único que vincula a la comuna con este drama es el reclamo airado de la mamá de Lucía, que pide una bóveda en el cementerio porque, según sostiene, el mismísimo Arroyo se la habría prometido. Un capítulo triste que requiere ser resuelto.
Gente molesta. Pasó en la esquina del café de la manzana de las sombras, en Yrigoyen y San Martín. El amanuense de Ladrey Gerardo Gómez Muñoz tomaba café en la vereda, cuando al pasar por allí, el secretario de Gobierno le espetó un “nunca creí que tu precio fuera tan barato”. Con la falta de coraje profesional que lo caracteriza, Gómez Muñoz pretendió invitar a conversar -quizá para señalar que tan barato no es…-, recibiendo por respuesta un lapidario “con vos no tengo nada que hablar, das pena”. Si de Muñoces se trata, para molesto está el secretario de prensa de los municipales, integrante del comando destituyente, que goza de prebendas inconcebibles: percibe un salario municipal de treinta mil pesos mensuales, no tiene condición sindical, es empleado del gremio y no concurre a trabajar cuando debiera. Y si de aspectos increíbles de la vida política local se trata, la oferta de incorporar a Diego Garciarena como coordinador entre el Ejecutivo y el Concejo Deliberante se lleva las palmas. Ex Franja Morada, asesor de Carlos “Cuto” Moreno, amigo de los setenta de Néstor Kirchner, responsable de la política de acoso al Consejo de la Magistratura, exjefe de Gabinete del ex vicegobernador Gabriel Mariotto, busca conchabo público aupado por amigos personales que pretenden pagar favores con cargos públicos.