Cartas de un judío a la Nada
Liezen, 1962. Un rayo de sol se abre paso entre la espesa capa de nubes para iluminar un pueblo empapado por la lluvia. El aire, impregnado con el fuerte aroma de la tierra negra y mojada, es atravesado por los trinos de los pájaros que empiezan a salir. Adivino, entonces, la cadencia constante de unos pasos sobre la grava y de un bastón que golpea, tratando de adivinar un rumbo. Por la calle, avanza una leyenda.