Agitarás tus muertos

A cada fallecido en el contexto de este invierno de temperaturas extremadamente bajas, le sigue una algarada de dichos y reclamos en tono ideológico que no están motivadas ni por la compasión ni por la preocupación por las víctimas: lo que hacen, es caranchear los muertos para obtener un título sentencioso, sin ningún otro propósito que exhibirse en los medios.

No está bien, en ningún caso. Sin embargo, en lo que compete a los dichos de la iglesia católica, da asco para quien profese su humanidad de acuerdo a las enseñanzas de Cristo. En el caso local, es aberrante el posicionamiento claramente político al respecto de estas temáticas. Durante la administración de Carlos Fernando Arroyo fue brutal el uso de la estructura de la iglesia para golpear y golpear a la misma, día tras día.

En los cuatro años que gobernó el ahora procesado Alberto Fernández, todo fue silencio estampa. Esa misma línea bajó a Mar del Plata, en donde nadie decía nada. Hoy, los muertos son puestos en valor, ajenos a toda circunstancia, con tal de batir la res pública de esta manera vil.

Dice el obispado de la ciudad: «Una vez más, la desidia y la indiferencia se cobran una vida que podría haberse cuidado. Vivir en la calle no es una elección, es el resultado de múltiples exclusiones: falta de trabajo, salud mental desatendida, vínculos rotos y ausencia de políticas públicas integrales». Vaya, lindo discurso. Luce piadoso, pero es cínico.

Estas palabras fueron expuestas ante la muerte de Héctor Cabello, de 52 años, quien pernoctaba en el interior de un garaje y, según señala la autopsia, murió por causas naturales. En ese momento requirieron que se actúe ante la crisis de frio, apuntando: «con urgencia un sistema de atención que contemple respuestas rápidas y coordinadas ante las olas de frío; dispositivos dignos y permanentes para personas sin techo; políticas de salud mental comunitaria que abracen sin criminalizar; y presencia activa en los territorios donde la vida está en juego».

El uso del término «territorios» revela claramente el uso de un lenguaje propio de las organizaciones políticas afines al esquema de poder de la iglesia, los promocionados párrocos villeros y las organizaciones como las que conducen Emilio Pérsico y Juan Grabois. Han movido millones, pero no para sacar a la gente de la calle, precisamente.

La muerte de Brian Cabrera dio lugar a otro espectáculo mediático impiadoso: La pericia legista dejo sentado que murió por situaciones de salud preexistentes. El falso clamor de piedad otra vez se puso en el centro de la escena.

Estas muertes —y otras— son el producto final de la fallida ley de salud mental que quita al Estado la potestad de internar a estas personas en situación de calle cuando se determina que ya no pueden decidir en conciencia por sí mismos. Todos saben que es así.

Pero hay otros caminos. Por ejemplo, recurrir, precisamente, a quien tiene «extensión en el territorio» como les gusta decir. Es la propia iglesia la que debería abrir sus puertas para acoger de noche a los desvalidos, haciendo así lo que reclama, pero no practica: sabemos bien que tanto las parroquias como la propia Catedral, están cerradas a cal y canto fuera del horario de oficina.