Debo decir -o reiterar, para ser preciso- que, una vez más, quienes se presentan como dirigencia con ambición de gobernar esta ciudad vuelven a dar pábulo a aquel “mediocres” que arrojó Mario Roberto Russak como col agria sobre la mesa de los marplatenses. ¿Qué otra apreciación puede aplicarse a la postura de Javier Faroni de presentarse ante el electorado anunciando un proyecto para transformar a esta ciudad en capital de la provincia de Buenos Aires? Disparatada, económicamente inviable, absurda, etc., pero por sobre todas las cosas, es una expresión que revela la dimensión mediocre del pensamiento instalado en Mar del Plata.
Es disparatada porque no está en la agenda de la sociedad. Es económicamente inviable porque cualquier estimación previa de costos es inimaginable, ya que supondría un nuevo Palacio de Gobierno, nueva Legislatura, estructura de ministerios, Corte Suprema, y se torna absurda porque no habría consenso político mínimo para llevar adelante la propuesta con las fuerzas políticas en su conjunto.
Faroni insiste en este tópico. Esta semana su equipo difundió una gacetilla que habla de una reunión con el diputado provincial Ramiro Gutiérrez sobre cuestiones de la inseguridad y la viabilidad de convertir a la ciudad en capital provincial, tema que revela que no tiene agenda sobre la ciudad real.
Al igual que el resto de quienes asoman como aspirantes a liderar políticamente Mar del Plata desde la gestión comunal, Faroni no tiene ni idea de qué hay que hacer y qué reclama la sociedad. Mar del Plata necesita resolver la circunvalación de la ciudad, que se hace aún por la avenida Marcelino Champagnat -hay dos trazas posibles, las cuales están estudiadas desde hace años-; tomar la iniciativa de extender la escollera sur y dar un final definitivo al banco de arena que la corriente forma en la boca del puerto -Santa Fe consiguió mil doscientos millones de dólares del Fon Plata para hacer un puerto nuevo sobre el Paraná, así que no obtener fondos para extender la escollera es ciertamente mediocre-. En lo urbanístico se necesitan veredas nuevas y poner el acento en el arbolado urbano, por estética y por la cuestión climática. Hace días, en la 99.9, el gerente de la UTE El Libertador, Juan Bilbao, en respuesta a la queja por la suciedad de los colectivos, señalaba que uno de los problemas es que en los barrios no hay veredas, por lo que la gente sube llena de barro y la suciedad queda en los micros. Es parte de una realidad que desde Güemes y Alvarado no llega a apreciarse.
Como idea general de carácter político, sería imprescindible buscar que Mar del Plata sea sección electoral única -como lo es La Plata- y salir de la Quinta Sección, factor de distorsión política en esta época en que nuestra comunidad pone, mínimo, el ochenta por ciento de los votos en juego en cada elección.
El Frente Renovador tiene una miríada de economistas; Faroni debería pedir que alguno de estos, o un equipo, trabajen en analizar la economía de la ciudad y las cuentas públicas en su proyección a futuro. Con una población equivalente a la de tres provincias, la ciudad ya no puede ser gestionada económicamente por contadores públicos, por buenos y honestos que pudieran ser.
Hace falta trabajar y dejar de fabular para conseguir títulos provocadores en los medios. El microclima de los que se creen dueños de la ciudad suele provocar este estado de estupidez que Russak definió como mediocre.