Las diferencias —ya inocultables— entre Cristina Fernández y Axel Kicillof repercuten en la Legislatura provincial, llevando a que no haya aún un presupuesto de cara al año próximo ni —mucho menos— permiso para que el gobierno provincial tome deuda.
La polvareda que toda esta situación genera se proyecta sobre toda la provincia, y Mar del Plata no es la excepción, a pesar de su situación particular que surge de la integración en las listas del PJ a los accionistas marplatenses, quienes se llevaron de regalo dos bancas en el Concejo además de una banca de diputado para su líder, el ex intendente Cospelito Perogrullo. En un increíble giro de la política local, el matrimonio Montoto Raverta-Obeid se acollaró a los accionistas marplatenses entendiendo que era aquello lo que les permitiría por fin poder apelar a la esquiva clase media marplatense. «No se pudió», como diría Axel: por el contrario, tal como es su estilo acomodaticio y siempre ávido de poder a cualquier precio, el ex intendente —quien vive en su propio frasco autoportante— sólo se centró en sus objetivos personales y en su delirante intención de convertirse en la persona a la que unja el actual gobernador como candidato para la intendencia de la ciudad en el 2027.
Aquí se cumple lo de la rana y el escorpión: no había escenario posible en el que Cospelito no actuara traidoramente. Sumado al conflicto entre las partes del armado, hoy con fractura expuesta, la situación en el distrito viene de catástrofe.
A no olvidar que hay otros actores —por marginales que sean— que van por la suya y buscan cada oportunidad para marcar territorio.: el intento de tomas de tierra alrededor del estadio Minella es un ejemplo a la vista. Aunque hayan ido por la libre en medio de la fiesta de inauguraciones en la previa a la temporada 2025, Montenegro los castiga y denuncia acciones de los «grupos inmobiliarios kirchneristas».
Las diferencias son tantas que se ventilan a cielo abierto: hace dos semanas el ex intendente —el que dejó la caja municipal vacía y deudas por mil millones de pesos— se gritaba con el subsecretario del ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia, José Luis Zerdillo. Cospelito —cuyo rostro, tal como dice el dicho, con los años refleja la aspereza de su alma— reclamaba efectividad para avanzar en cambios urgentes: pide la presidencia del Consorcio Portuario y sus opiniones —escuchadas por testigos varios— sobre el actual comendero de Montoto Raverta eran tremendas.
Un espectáculo bizarro, digno de «Costa Pobre», la genial creación de Hugo Zofovich interpretada por Alberto Olmedo, es el video promocional del operativo SOL. Como si el propio Zofovich hubiera escrito el texto, el deforestado mental del gobernador se despachó con un «sin Estado no hay verano». Al tiempo que Kichi perpetraba tal zangolotudez, el intendente Montenegro miraba el reloj preocupado por no llegar a tiempo para abrazarse con Ladrey en la caravana de inauguraciones de Le Utthe, Dexter, y el combo de Starbucks/Burguer King.
Lo que ya no pueden hacer ni el ex intendente, ni Montoto Raverta, o Kicillof, es andar por la calle. Axel debió quedarse dando vueltas por la ciudad en el vehículo que lo transportaba hasta que los reclamantes por IOMA y la inseguridad se retiraron del lugar.
La debacle está, y las urnas la van a sellar en 2025.