Y fue una elección con mensaje. Fernanda Raverta, dilecta alumna de Cristina Elizabeth Fernández, obtuvo el 27,5% del total de los votos emitidos en Mar del Plata ubicándose como la candidata uninominalmente más votada. Por otro lado, la elección de Juntos por el Cambio sumó el 35,3% imponiéndose Guillermo Montenegro —el vecino de San Isidro— a Vilma Baragiola de manera contundente.
Y hay un mensaje porque Montenegro, aupado por la gobernadora Vidal, obtiene un porcentaje del 21% contra el 14,2% de Baragiola. Es el mismo nivel de votos que obtuvo la edil radical cuando fue con la lista corta de la mítica boleta 3 de la UCR a frustrar el triunfo de Sergio Fares ante Gustavo Arnaldo Pulti, abriendo el camino a ocho años de oprobio para el partido de General Pueyrredón.
El triunfo de Cambiemos en 2015 llevó en 2016 a la intendencia a un hombre extraño a la cultura política de la ciudad: Carlos Fernando Arroyo. Le hicieron bullyng político desde la hora cero de su mandato. Ese universo corrupto de la ciudad, tan cómodo entre trapicheos y componendas, el que no hesitó un instante en denostarlo, hoy espera del que se presente y lime el perfil del votante local erosionando la candidatura de Montenegro. Prefieren a Raverta de intendente que un triunfo de Juntos por el Cambio en Mar del Plata.
Carlos Fernando Arroyo quiere ir por la reelección. No duda un instante en señalar que si, a diferencia de las PASO, hay una campaña que ponga en valor su gestión, puede coronar un voto que lo catapulte nuevamente al centro de la escena. Analiza dos elementos cruciales: el manto dorado que cubría la candidatura de Montenegro está ajado. El hada triste Morón lame el ego de sus heridas en operaciones de prensa que inciten en echar culpa al presidente de la nación. El otro elemento es la reluctancia histórica de los marplatenses a votar un peronista a la intendencia. Los votos de Raverta son un techo, no parecen un piso electoral. Juega además el saber si Gustavo Arnaldo Pulti mantendrá el 17% que obtuvo en la PASO, o si esos votos, en la previsible puja de a dos que se viene a nivel nacional, también sellarán el destino de la contienda electoral de la ciudad.
Hay lobos en escena. Unos buscan que Arroyo decline su candidatura en un gesto de grandeza Belgraniano. Otros, que se presente y lime la candidatura de Montenegro. Doy algunos datos: los integrantes de la lista derrotada no van a trabajar para la campaña de Juntos por el Cambio. Buscan la vendetta, y saben que en el orden local se van a seguir aupando en el presupuesto público como lo han hecho desde 1983. Curioso: hoy, con su magro resultado electoral —una afrenta al sentido común—, Carlos Fernando Arroyo cotiza en alza. Un desafío inesperado en la danza del poder. El hombre del piloto danza con lobos.