
En el mundo, la lucha de las mujeres para lograr posiciones que históricamente ocuparon los hombres, ha sido homérica. Sin embargo, romper el techo de cristal es mucho más que sólo ocupar los cargos.
Incluso en naciones como las nórdicas, que es en donde mejor dan los estudios de equidad, es claro que, en tanto se asciende en la escala, es cada vez más y más duro para las mujeres llegar a ocupar los cargos jerárquicos, sin importar cuál sea el área. Pero, una vez lograda la conquista, también debe importar qué se hace con el poder adquirido.
En estas ardientes horas, un post de Delfina Rossi cuestionando al ministro Luis Caputo volvió a sacarla del anonimato relativo en el que suele vivir para exponer su acomodada vida de hija de papá, gozando de un cargo público cuyo sueldo es estrafalario. En este caso, no estamos ante una persona que por mérito logró romper con la inequidad sino, claramente, ante una privilegiada de la casta, por mi demodé que esté el término.
Un caso que no ha dado para debate, es el de las nuevas titulares de la conducción de la Universidad Nacional de Mar del Plata: el binomio integrado por Mónica Biasone y Marina Sánchez Herrero logró —según informa el sitio Trama Educativa— un «triunfo histórico y contundente, la fórmula integrada por Mónica Biasone y Marina Sánchez Herrero se impuso en las elecciones universitarias con 78 votos para Transformación Universitaria, contra 46 de Soberanía Universitaria y 2 abstenciones».
En paralelo —y en contraste a la alta vara fijada por el resultado de la elección al Rectorado—, la organización Cauces —aparato del Partido Socialista en la UNMdP— perdió en tres facultades: el PJ se impuso con el 56,83% en Ciencias de la Salud y Trabajo Social, 60,15% en Ciencias Exactas y Naturales, y 78% en Humanidades. Si bien el cartabón no fue el mismo en todas, la estructura política detrás sí es la misma.
Este es el resultado de la alianza entre los socios social-demócratas de dos fuerzas que supieron marcar la vida política de la ciudad y que hoy están empequeñeciéndose a un ritmo que podría augurar, en poco tiempo más, su desaparición.
Romper el techo de cristal no es ocupar cargos por la vía de relaciones personalísimas o de acuerdos políticos. Romperlo, es avanzar en cambios que den una vuelta profunda al statu quo. No es solucionar la cómoda vida de algunos pocos, sino abrir oportunidades a la sociedad de un cambio real. No olvidemos que la cúpula política que se va —en particular los socios socialistas Alfredo Lazeretti y Alberto Rodríguez— en su larga trayectoria en el manejo de la UNMdP, contribuyeron a la locura kirchnerista de romper el colegio nacional Arturo Ilia.
Un tip para orientarlos: hoy, la universidad privada CAECE exige, para cursar la carrera de Traductor Público de Inglés —una carrera que la UNMdP viene prometiendo abrir en la ciudad, sin que se evidencien avances en la materia— un curso de nivelación con examen de gramática oral y escrito de ingles y en español. El curso de nivelación es obligatorio, y los exámenes determinan el ingreso.
Romper el techo de cristal es algo mucho más profundo que resolver situaciones personales, de ego, o económicas.
