De colores y ambiciones calculadas

Estos días colocaron una vez más a Guillermo Montenegro en el centro de la escena, ya sea por la muy bien calculada política de seguridad del municipio —que parte aguas— o por la concurrencia entusiasta de la progresía vernácula y provincial en contra de dicha política.

Ante la manda judicial del juez Juan Tapia —habitual disertante en FM La Tribu— el intendente redobla la apuesta exponiendo en su cuenta de X la detención de una persona que fue denunciada por exigirle dinero a los vecinos con la excusa de cuidarles el auto acompañándolo de un mensaje que profundiza aún más esta contraposición. Casi como dicéndole a Tapia «Dale, vení, te estoy esperando».

¿Se atreverá Tapia? ¿O irá por algún escalón menor en la cadena de mando de la Patrulla Municipal? ¿O quedará ahí? No son los únicos interrogantes: un fallo judicial del contencioso administrativo le da la razón a la comuna y dice que la provincia le debe ceder la administración del complejo Mogotes, lo que implica un triunfo político que no se pone en escena.

La atención del ejecutivo hoy por hoy, sin embargo, está puesta en la cocina de la política. Ni siquiera la crisis que desató la ola de frío extremo y el consecuente corte de gas en la ciudad distrajo a Montenegro de la rosca en busca de un acuerdo con el gobierno nacional.

No viene lisa la conversación: detrás de las palabras de Ritondo y del texto del PRO de la provincia de Buenos Aires, decir que hay un acuerdo entre esta fuerza política y LLA, suena a fantasía. Para empezar, si bien hay diálogo a diario, nada de lo que Alejandro Carrancio pidió en el acuerdo —la presidencia de OSSE y del EMTURyC— está cerca de poder ser cedido.

Uno, porque implica romper con los compañeros de ruta más fieles, los integrantes de CC-ARI que tienen la promesa de Montenegro de obtener, en la negociación, el lugar de primer concejal para Bernardo Martín, algo que por ahora no recibe respuesta de los dirigidos por Lule Menem y la hermana presidencial.

Lo otro, porque, si bien está claro que Carlos Katz cuenta los días para jubilarse, aún falta tiempo para ello. El tema de la presidencia de OSSE es complejo, porque el acuerdo con la tribu menemista hoy travestida de liberal implica romper con los acuerdos vigentes. Nada es tan simple. Tal como le lo refirió un dirigente de la UCR, «si arregla con Carrancio, que los votos en la quinta se los cuide él».

Por otra parte, por el tipo de arreglo —que más que arreglo, es un sometimiento—, hay mucho ruido por todos lados. Alejandro Fantino lanzó en Neura una diatriba tremenda con referencia a Diego Santilli, señalando el carácter de «no líder» que ostenta el actual diputado nacional, y sosteniendo que es una persona para nada confiable.

Arde la hoguera de las vanidades en tanto los temas que urgen, son olímpicamente ignorados al calor de las propias ambiciones.