No son pocos los que desarrollan la teoría de la intervención a la comuna de General Pueyrredón en los ámbitos del círculo rojo pálido de la ciudad. Más que factores de poder, son rapiñadores del erario público. Citan como un mantra: “el conflicto con los municipales va a seguir hasta que Vidal decida intervenir Mar del Plata e imponga a Montenegro”.
La gobernadora María Eugenia Vidal, público es, nunca estuvo conforme con el intendente Carlos Fernando Arroyo. Lejos de ello, la gobernadora aplica el decálogo peronista de acoso y derribo, saturando la opinión pública —por medio de sus secretarios Fabián Perechodnik y Mariano Mohadeb— de información sesgada —cuando no absolutamente deformada— de la ciudad y sus cuitas.
Así, el paro salvaje de los municipales es eludido en la info que publican los medios metropolitanos. La medida que afectó plazas y parques se transformó en un “paro de recolección de residuos” que, obvio es, nunca ocurrió. La sinergia de intereses es en realidad, y de manera oculta, el motivo autentico de esta batalla épica que no pocos integrantes del propio gabinete quisieran declinar.
Cuando se trata de la verdadera naturaleza del poder administrador en la ciudad no todo es Florencio Aldrey Iglesias. Esa es una parte, que este medio ha visibilizado y hoy es bocadillo común en la sociedad. El otro escenario de poder oculto a la vista del ciudadano/votante/contribuyente es el manejo político de la administración que ha ejercido el Sindicato de Trabajadores Municipales en estos años, y que el intendente busca cambiar de raíz.
En el predicamento de CAMBIAR en Cambiemos, lo curioso es que el agente de cambio es el menos visible de los actores políticos previa su llegada a la Intendencia. Un informe en manos del intendente, aún de factura inconclusa, indica que el área de educación no era dirigida por los designados en cada administración, sino por el mismísimo S.T.M.
Hay evidencia suficiente de concursos amañados y de comunicaciones internas dirigidas en principio a Alejandra Ayek y, luego de evacuada la consulta por ella, recién a la administración. Pagos indebidos de hasta un 110 % por encima de lo correspondiente, jubilados que cobran como activos, y el falseo del número de docentes integrantes de la planta. Esto es, existe un diferencial enorme entre el número real de docentes y el que se le envía a la provincia cada mes y cada año.
El tema no es, como dice Alejandra Ayek, que “Mourelle no entiende cómo funciona el sistema de educación municipal”. No se trata sólo del secretario de Hacienda, sino que el actor principal es Luis Distefano quien, en la auditoría ya citada, está develando el fraude sistemático al erario público.
De eso se trata este diferendo: del dinero de los contribuyentes versus la rapiña de unos pocos que, como dice el ascendente líder de la facción MAREA, Diego Sosa, “es fruto de la visión de la actual conducción que cree que tiene una escritura pública que los hace dueños de los cargos”.
Todo cambia, y este año será una inflexión profunda en la historia política de la ciudad.