De reclamos a gritos desesperados

Tal como hemos recordado en varias oportunidades, Guillermo Montenegro basó su candidatura a la intendencia para el período 2019-2023 en la promesa de ser él el garante de la seguridad en Mar del Plata. Claramente, se sobreestimó.

Lo que comenzó como simples reclamos, ya son gritos de desesperación que sólo reciben respuestas de tipo ideológica. El vecinalista Heraldo García pide que se declare la emergencia y se ponga en marcha una comisión que lleve adelante un plan integral de seguridad. Mientras tanto, los vecinos del centro ya denuncian claramente la inacción de Kicillof y del propio Montenegro, en lo que es el primer impacto en este sentido para el intendente. La protección de los medios, como es el caso de La Capital, ya no los blinda ante la opinión pública.

En el inicio de la democracia, la seguridad fue transformada en un ariete ideológico en respuesta al poder omnímodo que ostentaron los actores públicos de facto durante el Proceso. Generosamente, se podría llegar a señalar que ese planteo entonces tenía algo de sentido. Hoy, se convirtió, sencillamente, en una manera de validar el crimen.

Está claramente expuesto que, no importa cuál sea su cartabón —Unión por la Patria, Frente para la Victoria, etc—, convive alegremente con el delito. No en vano siempre gana las elecciones en las cárceles de nuestro país. Encuesta en mano, está claro para los políticos de cualquier pelaje y color que, el no ocuparse de este espinoso tema, pagará muy mal en las próximas elecciones.

Lo que es evidente, es que la aplicación de las leyes no es una tarea imposible: así lo demuestra el derrumbe de los números del crimen en Rosario y la desaparición de los cortes de calles y rutas. La ex ministro de Seguridad —o sea, digamos— Sabrina Fredic afirmó que «no se sabe qué hacen, pero funciona». Destacó el descenso del crimen y sostuvo que tanto Patricia Bullrich como Maxi Pullaro «cambiaron el chip» en cuanto a lo que es enfrentar la violencia.

Precisamente Bullrich fue quien blanqueó recientemente que mantiene reuniones permanentes con el inexistente ministro de Seguridad de la provincia. También, anticipó un plan de seguridad denominado «90/10» bajo la premisa de que el 90% del crimen en el país, se da en sólo el 10% del territorio nacional. O sea que —aquello que Frederic ignora cómo se hace— aplicará incluso en la provincia de Buenos Aires, tremendo dato que se soltó en La Nación+ y que no ameritó ni un solo título en el propio medio donde se hizo público este esquema.

A la espera del plan y sus resultados, lo que puede verse es que, lo cotidiano, es asfixiante: los comerciantes de la ciudad señalaron en la FM 99.9:

«No tengo recuerdos de otra situación como la que pasó la semana pasada. Se agarraron a tiros en San Martín y San Luis, en pleno centro de la ciudad. En mis 34 años, no recuerdo haber vivido una situación de inseguridad tan grande en la ciudad de Mar del Plata, es algo inadmisible. No sólo tenemos que andar preocupándonos por el robo de vidrieras, sino que también día a día estamos llenos de mecheras, pungas, que nos roban a nosotros, le roban a las clientas, compran con tarjetas robadas y que son personas que las tenemos todas identificadas. La policía no está haciendo nada, porque, cada vez que vamos, le tiran la pelota al poder Judicial y luego entre provincia y nación. Ya no sabemos qué más hacer, porque nosotros tenemos una carpeta con más de 1.000 fotos de la gente que nos roba, porque son todos los días las mismas personas. Se la mostramos a la policía, y no hacen nada. ¿Qué están esperando que hagamos? ¿Que tomemos justicia por mano propia entre los comerciantes? Si le tocás el plato de comida al perro, te va a terminar mordiendo».

Más claro, imposible.