Desde que Elio Aprile accedió al gobierno comunal, se transformó en rutina a espaldas de la sociedad que poderes extraños coparticiparan de los destinos de Mar del Plata. Uno de esos, quizá el más visible, ha sido Florencio Aldrey Iglesias, quien solía sostener que “a los intendentes los pone la gente, pero yo los hago caer si no hacen lo que digo o lo que quiero”.
Otros socios del silencio por estos años han sido los integrantes del Sindicato de Municipales. La división de los “conejos negros” avanzó en obtener ventajas feroces que han inflado el presupuesto hasta hacerlo inmanejable. En el área de Salud, el que primero enfrentó la situación por la cual se percibía un ingreso por un trabajo no prestado fue el secretario Gustavo Blanco. Blanco batalló solo en su prédica, apoyado únicamente por el intendente Arroyo, que lo valoró y acompañó en la idea de que por más médicos que fueran, si debían trabajar 22 horas semanales, ese y no otro era el término de cumplimiento para con la comuna.
En Salud, el escándalo fue institucionalizado al construirse el CEMA. Allí se pactó que profesionales de distintas especialidades obtuvieran salarios de tiempo completo trabajando una fracción del tiempo establecido. La algarada de la persecución se perdió en la diáfana realidad que demostró que al tiempo que debían estar en funciones en el CEMA, en realidad estaban en establecimientos privados facturando servicios. Lo mismo ocurría en el EMVIAL: Pablo Simoni se encontró con un plantel de capataces que en general habían perdido la misma idea de que habían obtenido una ventaja impropia y se negaban a trabajar como peones. Similar situación describió en la 99.9 el Delegado del Puerto a la hora de exponer la baja performance de la Delegación en materia de obras en 2017.
En relación al actual enfrentamiento de la administración con el Sindicato por las horas percibidas por los docentes, la realidad lisa y llana llegó por boca de la extitular del área educativa, Emilia Ibrahim. Ibrahim señaló: “en la paritaria de 1989, acordamos este pago extra como una bonificación”. Un pago extra que, como se han encargado de señalarme docentes provinciales, siempre fue visto como una ventaja injusta.
Para completar este escenario de tensiones permanentes, pasó por aquí el ministro de Educación de la Nación Alejandro Finochiaro, quien afirmó, suelto de lengua, que “la Nación y la Provincia pagan el 100% del gasto en educación de Mar del Plata”. Publicadas estas palabras por todo lo alto por La Capital, el municipio contestó con documentación que claramente establece que esto no es así. Finochiaro jura que no dijo lo publicado, y que lo tomaron “del pico”.
Hay una batalla por el poder en Mar del Plata. No es para tontos ni distraídos.