Los hechos de violencia que nos rodean no se explican por la situación social, por intensa que sea, para amplios sectores de la sociedad argentina. Los hechos acaecidos en Mar del Plata el pasado martes 20, cuando dos grupos que pertenecerían al sector liderado por Marcos Carboni del MTR y una facción anarquista que se identifica con la consigna “Votamos luchar”, expusieron la impunidad que genera un Poder Judicial cooptado por la dinámica ideológica gramsciana con la que el exministro de la Corte Eugenio Zaffaroni impregnó toda la operatoria judicial argentina.
Quedó claro lo antedicho en el intento de ingresar al palacio comunal de este grupo de encapuchados que atacaron a piedrazos a los policías de custodia, empujaron y tiraron por la escalera de calle La Rioja al comisario Edgardo Vulcano, jefe de la Seccional Primera, literalmente sin costo alguno para nadie, salvo para los policías lastimados y para Vulcano, que estuvo minutos dando explicaciones a la fiscalía sobre el accionar policial.
No hubo un solo medio que se colocara del lado de la sana lógica. Se sigue dando voz a los violentos que proclaman hambre del pueblo para justificar su malicioso comportamiento, que incluye la violencia como instrumento de política. No hay un informe de la fiscalía temática de Lorena Yrigoyen que intente aplicar la ley, único modo de acotar la violencia alimentada en base a la impunidad provista por el Poder Judicial.
En Mar del Plata hay un dato objetivo. La Fiscalía General siempre dio un discurso político alejado de la lógica jurídica, basada en el predicamento constitucional de igualdad de derechos ante la ley. Este orden, que para los marxistas como Antonio Gramsci es el pecado de origen judeocristiano, gana a muchos integrantes del Poder Judicial y actúan en consecuencia y armonía con grupos que presionan con consignas de demolición del poder, tal como ocurre hoy en nuestra ciudad.
Está muy claro que el Poder Judicial, en lo que al accionar fiscal se refiere, actúa como compañero de ruta de estos grupos. No hay acción sustantiva para actuar en la toma de predios o viviendas: la calle está liberada, como lo advierte cualquier vecino que se encuentra con cortes de circulación en el centro, la autovía o las rutas de acceso a la ciudad. Todo en nombre de los necesitados, claro.