El fallecimiento de Jorge “Carozo” Trujillo no fue a consecuencia de la emoción que le provocó el mantener el trabajo para los empleados de Tecsan en el predio de disposición final, o recibir la noticia de una inminente intervención a la delegación local de la UOCRA, algo que se viene anunciando hace ya tiempo dado el nivel de conflicto que el sector tiene por el accionar mafioso y los negocios paralelos que se han hecho por décadas a vista y paciencia de todo el que quiera ver. Tampoco fue la consecuencia de las presiones que a diario sentía por la tensión entre su hermano César (a) “Pelusa” y su jefe de calle Miguel Alfonso Roldán, inspector de obra que es el que recoge el dinero de los acuerdos y las presiones que se ejercen sobre las empresas constructoras. Fue más bien la consecuencia de una vida impregnada por la puja por el poder y la agobiante sensación de que llega la hora de pagar, y que sus protectores estén en franca decadencia. La misma idea de caminar esposado con el casco y el chaleco antibalas lo obsesionaba hasta hacerle perder el sueño.
Celebrar la muerte no es horroroso o estúpido, es absurdo. Todos vinimos para irnos. Sin embargo, la muerte puede operar también como un escape. Jorge Trujillo sin dudas escapó del escarnio que implica que toda su maledicencia y su fortuna malhabida quedaran expuestas ante la sociedad y la investigación judicial. Vivía en un mundo en el que la abstracción de la propia conducta es la regla. Así como Hugo Moyano, dijo que, de ir a una celda, él querría tener a su lado a varios que no han sido extorsionados por Trujillo y su organización sino que han sido sus mandantes estos años. Era Jorge Trujillo el que tenía una relación con Florencio Aldrey Iglesias; fue él, Jorge Trujillo, el que articuló con el exconcejal Nicolás Maiorano ir de tropa de choque para cubrir al Presidente y a la Gobernadora en el barrio Belisario Roldán. Fue Jorge Trujillo quien en la inauguración de Easy, se arrimó al intendente Arroyo para decirle “yo estoy para ayudar”, y 48 horas después tomó el predio para poner, en plena temporada alta, a la ciudad de traste.
Es que sus mandantes —Iglesias, Patricio Gherbi, entre otros—lo necesitaban como disciplinador en el sistema mafioso que impera en Mar del Plata. No fue una casualidad que el mismo día que cayó Juan Pablo “el Pata” Medina, las dos cámaras que nuclean a los constructores en la ciudad publicaran una solicitada de apoyo a Trujillo señalando: “El trato entre estas entidades es fluido, cordial y de complementariedad. Podemos afirmar que la Seccional local ha sostenido durante años una posición responsable en los diferendos y de acompañamiento a los reclamos al sector de la construcción”. El texto fue consensuado entre los hermanos Trujillo y el propio Patricio Gherbi, que presionó a la Cámara de Constructores para que acompañara en la firma.
Lo que viene puede ser muy violento. Nadie cree que César Trujillo pueda comandar la seccional, y Miguel Roldán no está dispuesto a ser segundo de la persona a quien en la intimidad de la UOCRA señalan como el responsable de la situación emocional que llevó a Jorge Trujillo al desenlace que finalmente le costó la vida. Será de ver.