Y no, no es que hayan contratado al mítico jugador de Boca para sumarse al staff municipal. No, es un elemento más del raid del jefe comunal deseoso de encontrar un perfil de duro entre los duros ante los problemas de inseguridad.
Obvio que, detrás de estas decisiones, hay tanto oportunismos como encuestas. La «electric force» local fue presentada en el patio trasero del COM ante la severa, seria y atenta observancia del propio intendente, y la del secretario del área, quien miraba como de afuera al evento de características más bien circenses.
Montenegro está convencido de que la cosa va por ahí: los términos y el énfasis indican una clara intención de buscar un estilo de comunicación similar al que despliegan tanto Patricia Bullrich en nación como Wado Wolf en CABA.
Sin embargo, hay diferencias que, como artífice de la Metropolitana y conocedor del tema, el intendente Montenegro no puede negar: es obvio que no midió, cuando hizo sus promesas en materia de seguridad, que debía convivir tanto con Kicillof como con la indiferencia del gobernador por la vida humana de los ciudadanos de a pie.
En esta semana, el intendente se dirigió a la jueza de Garantías Rosa Frende, a la cual expuso con un duro cuestionamiento a sus pensamientos garanticidas (sic). Aquí, no hay equívoco: el curso de conflicto, es con el sistema judicial que no acompaña el cambio de tendencia en la sociedad.
Casi como si de una clase de Derecho se tratara, el intendente le dice a la magistrada: «quiero expresar con toda claridad que entre mis funciones está la de velar por el orden público y bienestar general de la comunidad». Esto, a cuento del recurso promovido por la jueza para que el área de Seguridad de la comuna se explique por acciones llevadas adelante por su personal en instalaciones de cajeros automáticos en los que pernocta gente en situación de calle.
En la presentación del armamento adquirido para la «electric force», Montenegro volvió a recurrir al discruso de moda, diciendo: «Me importa tres carajos lo que opinen desde atrás del escritorio los que siempre defendieron a los violentos por sobre los vecinos», en un claro mensaje para funcionarios y magistrados del Poder Judicial en la ciudad. Por ahora, calladitos todos, a excepción de los siempre listos accionistas marplatenses, cuya crítica nunca encuentra oídos atentos, no importa cuál sea el tema.
Estamos ante una suma de decisiones políticas, de cara al 2025, que generan enormes interrogantes.
En esta, Montenegro se corta solo. No se advierten, en la estructura política que acompaña a su gestión, señales ni de rechazo, ni de acompañamiento. Quien ha expresado de manera más clara su respaldo a esta nueva política, —que asume desafíos y expone a riesgos, dadas sus potenciales consecuencias—, ha sido el concejal Guillermo Volponi, quien se sumó al uso de términos barriobajeros al tomar como propio el debate frente a los accionistas marplatenses.
Estamos ante un desafío en consonancia con los tiempos que se viven, y que implica preguntas muy complejas. Sólo los hechos por venir dirán si han sido acertadas o no estas decisiones.