Están lanzadas al paño las últimas cartas en la previa a las PASO. A esta altura quedan pocos interrogantes, a excepción de si de los todos los candidatos lograrán el número mágico que los habilite a participar en las elecciones de octubre.
Carlos Fernando Arroyo llegará sin campaña electoral propiamente dicha. Una vez más, el hijo intendencial se las arregló para encarajinar todo con un arte único. La gestión que más ha hecho para ordenar el desquicio fenomenal que se fue gestando en Mar del Plata desde que concluyera el segundo mandato de Ángel Roig llega a las urnas sin las armas mediáticas que debería exhibir para defender su paso por la administración de la ciudad.
Al asumir la intendencia Mario Roberto Russak la comuna había pagado salarios en tiempo y forma, a los proveedores en término y contaba con 7 millones de australes (la moneda de la época) en el Banco Provincia. De ahí en más, la hacienda pública fue devastada en acuerdos espurios y traiciones a la fe pública como es el que permitió a los dirigentes gremiales liderados por Antonio Gilardi percibir por décadas sus salarios sin trabajar.
No fue la única fuga de recursos que se dio en estos años. El ex intendente GAP hace campaña diciendo que por hacer mucho cometió errores y que ha reflexionado sobre los mismos, estando ya presto a corregir y superarse. ¿Incluirá esta capacidad de mutar el dejar intacta la nueva situación de la concesión de la playa Las Toscas? ¿O el nuevo acuerdo del Casino del Mar, operado por Bolt? El sayo no es sólo para quien popularmente es señalado como “Cospelito”. El aserto dice que una imagen vale por mil palabras. Vaya la que ilustra esta portada. Todos exhibiéndose sin pudor alguno, prestándose al besamanos de Florencio Aldrey Iglesias.
En la semana, el intendente Arroyo señalaba —no sin estupor— que haciendo reparaciones de calles han hallado tierra negra por debajo del asfalto. Y sí, esa sola situación ya implica un fraude, porque no se respetaron los parámetros básicos de calidad de construcción. Hay quienes sostienen que la disputa será entre féminas, entre Vilma Baragiola o Fernanda Raverta, dando por descontado que la radical le gane a Montenegro en la PASO. ¿Será todo tan lineal?
Mar del Plata parecía inviable sin ayuda del estado provincial o nacional. Queda claro (ver Nota Central de esta edición) que esa ha sido una gran mentira que tapó acuerdos, prebendas y negocios por décadas. Hoy no sólo se pagan salarios en tiempo y forma, recuperando aquel círculo virtuoso de Ángel Roig, sino que la administración ha sido saneada en cuanto a su gasto estructural.
Si no se avanza más en adecuar el gasto es porque la estructura jurídica de empleo público pone límites a la capacidad de gestionar de la administración local. La disputa en torno a los concursos docentes es un ejemplo, así como la determinación de un juez de Necochea buscando por vía judicial determinar quién, cuándo y por cuánto tiempo ocupa un cargo administrativo.
A todo esto hay que agregar un dato, reconocido por todo el sector empresario: la gestión no tiene mandantes o intermediarios. Como dice un empresario de la construcción de alta billetera y pequeña estatura: “ahora ya no tengo que ponerle a Trujillo (UOCRA) cincuenta mil dólares para que me firmen la autorización de obra”. Y sí, hay cambios. ¿Y si esos cambios perduraran? Las urnas tienen la respuesta.